31 de diciembre de 2007

Premios Parca 2007

Mientras vemos dar los últimos respiros al 2007, este blog se dispone a premiar a quienes se le adelantaron y lamentablemente no van a estar para el brindis


1. CATEGORIA MUERTO DEL AÑO 2007 o "se muriò? no lo puedo creer!!": muertes que representan un hito cultural o histórico. Para ser merecedor de esta estatuilla huesuda, la noticia de la muerte del candidato debe permanecer más de tres semanas en los medios, provocar cadenas de mails y cataratas de homenajes.
De Filias y Fobias entrega el premio a muerto del año a ROBERTO FONTANARROSA.
2. CATEGORIA MUERTO REVELACIÓN o "pero si estaba fenómeno...": es el fiambre menos pensado. Su muerte nos recuerda que aunque estemos rebosantes de salud y juventud, cualquier día podemos ocupar un lugar VIP en el panteón familiar.
De Filias y Fobias entrega el premio revelación a MARIO MAZZONE
3. CATEGORIA MUERTO INTRASCENDENTE 2007 o "ah se murió, mirá vos": es aquel que estira la pata y genera invariable indiferencia del público y la prensa. La noticia de su muerte solo merece una placa roja de Crónica y eso, si no es la hora de los caballos o del Quini 6.
De Filias y Fobias entrega el premio a muerto intrascendente a ENZO VIENA.
4. CATEGORIA MUERTO DE CAJÓN o "nadie miraba, pero se veía venir": categoría reservada para enfermos terminales y/o gente que dedicó su vida a cultivar toda clase de excesos a tal punto de encontrarse en la mira permanente de la parca.
De Filias y Fobias entrega el premio muerto de cajón a nuestro también muerto del año ROBERTO FONTANARROSA.

5. CATEGORÍA MUERTO CUMPLIÓ SU CICLO o "se murió, pero tuvo una buena vida": son aquellas muertes que no sorprenden y que, aunque dolorosas, hacen justicia al orden natural. Pertenecen a aquellas personas que ya hicieron lo suyo entre los vivos y merecen descansar mirando a los rabanitos crecer desde abajo. Genera aplausos de pie y lagrimeos en la ceremonia del Martìn Fierro.
De Filias y Fobias entrega el premio muerto cumplió su ciclo a NORMAN ERLICH

6. CATEGORÍA MUERTO EXTRANJERO o crepó el gringo: ¿hace falta aclarar?
De filias y Fobias entrega el premio muerto extranjero a LUCIANO PAVAROTTI
y, fuera de concurso entregamos la guadaña de oro y PREMIO A LA TRAYECTORIA o "tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe"
De Filias y Fobias entrega la Guadaña de Oro a VÍCTOR SUEIRO

Lo que vendrá....

Como nos gusta jugar a los pitonizos, le pedimos prestada la guadaña a La Parca y nos animamos a predecir quienes llenarán el año próximo los rubros del premio que nadie quiere ganar....

Javier lechuceó a:





1. Muerto del año: Luis Alberto Spinetta









2. Muerto revelacíon: Antonio Gasalla










3. Muerto intrascendente: Hugo Arana








4. Muerto de cajon: Pity









5.Muerto "cumplio su ciclo": Carlitos Balá








6. Muerto extranjero: Miguel Bosé



Cecilia lechuceó a:



1. Muerto del año: Benedicto XVI







2. Muerto revelación: Ingrid Pellicori








3. Muerto intrascendente: Patricia Palmer







4. Muerto de cajón: Britney Spears.







5. Muerto "cumplió su ciclo": Lidia Lameson







6. Muerto extranjero: Martha Stewart




Paola lechuceó a:





1. Muerto del año: Roberto Sánchez, Sandro.






2. Muerto revelación: José Luis Manzano






3. Muerto intrascendente: Cocho López








4. Muerto de cajón: Robert Downey Jr.






5. Muerto "cumplió su ciclo": China Zorrilla





6. Muerto extranjero: José Saramago
De Filias y Fobias invita a sus lectores a que afilen sus guadañas y postulen en sus comentarios a quienes, según su modesto entender, serán los candidatos del 2008.

30 de diciembre de 2007

La Mona Jimenez con rivotril


(¡Lo nuevo de ataque!, El robot bajo el agua) Ya desde los tiempos de Jaime Sin Tierra las composiciones de Nicolas Kramer llevaban encima una gran ambivalencia.
Eran canciones que se amaban o se odiaban. O seducían con sus letras y sus melodías relajantes o aburrían hasta límites insospechados. Con ese estilo particular y hasta sectario, Jaime Sin Tierra logró hacerse un reducido pero incondicional público, que incluso siguió creciendo después de la separación.
En su nuevo proyecto, Kramer apostó por multiplicar la fórmula por cien, volviendo aún más llanas sus letras, mucho mas monótonas sus canciones, mucho más automatizado su método de composición. El primer disco – Óptica Espacial desde el corazón- podría tomarse como una provocación, o un álbum conceptual, el segundo –Destrabando la palanca-, un refuerzo de la idea original. Ya el tercero – Solo resta sumar- , olía a exceso y su nombre parecía ser más bien una confesión.
Pero alcanza con escuchar diez segundos de ¡Lo nuevo de ataque! para darse cuenta que de nuevo no tiene nada, y perder casi por completo las ganas de seguir escuchando. Son canciones que ya escuchamos una veintena de veces, y ni siquiera en su versión original resultaban un derroche de originalidad.
Se puede experimentar haciendo música, jugando con la repetición de un mismo sonido. Si uno es arriesgado, puede mantener ese mismo tono en todo el disco. Pero cuando ya tenés una discografía de cuatro volúmenes, y seguís grabando la misma canción y solamente cambian las letras, algo falla. Sos la Mona Jiménez, pero sin la posibilidad de bailar.
Es una pena, porque las líricas saben tener sus momentos agradables, pero mezclados entre tanta simpleza, parecen más un descuido que el resultado de un trabajo meditado.
Por otro lado es difícil descubrir esos momentos, porque al ser tan constante el sonido de las canciones, es sumamente fácil distraerse y dejar de prestar atención a lo que se está escuchando. Por eso es necesario un esfuerzo para disfrutar las letras, y al hacerlo, uno termina aburriéndose demasiado rápido.
Es difícil saber qué es lo que intenta hacer Kramer con El robot bajo el agua. Quizás habría que pensarlo como un disco ambiental, de esos que se dejan sonando sin prestarle atención a las canciones. Pero de ser así, no se entiende bien la presencia de letras. Además en el caso de ser discos ambientales, debería tener una mayor cantidad de variaciones en el clima, y en el sonido entre álbum y álbum, que realmente no tiene.
Es un disco sólo para esos fanáticos incondicionales, que siguen a Kramer a ciegas desde los tiempos de Jaime Sin Tierra. Pero si el Robot sigue buceando bajo las mismas aguas es muy probable que esa incondicionalidad se vuelva relativa y termine por perderse.

29 de diciembre de 2007

Los autores de este blog consumen....


Golosina oficial de "DE FILIAS Y FOBIAS"

23 de diciembre de 2007

Tambien tenemos buenos deseos...


Que el maquillaje no borre tu risa,
Que el equipaje no lastre tus alas,
Que el calendario no venga con prisas,
Que el diccionario detenga las balas.
Que las persianas corrijan la aurora,
Que gane el quiero la guerra del puedo,
Que los que esperan no cuenten las horas,
Que los que matan se mueran de miedo.

Que el fin del mundo te encuentre bailando,
Que el ciberespacio nos tiña las canas,
Que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.

Que el corazón no se pase de moda,
Que los otoños te doren la piel,
Que cada noche sea noche de bodas,
Que no se ponga la luna de miel.

Que las verdades no tengan complejos,
Que las mentiras parezcan mentiras,
Que no te den la razón los espejos,
Que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de ti el desamparo,
Que cada cena sea tu última cena,
Que ser valiente no salga tan caro,
Que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
Que no te vendan amor sin espinas,
Que no te duerman con cuentos de hadas,
Que no te cierren el bar de la esquina

Que todas las noches sean noches de boda,
Que todas las lunas sean lunas de miel…

(Joaquin Sabina)


Dicha y felicidad para todos!!!


18 de diciembre de 2007

Qué par de pájaros los dos…

(Concierto: Dos pájaros de un tiro. Sabina-Serrat. 13 de diciembre. La Bombonera) La apuesta era arriesgada, aunque los dos cantautores compartan el prestigio poético de los trovadores de la madre patria, una extendida corte de devotos porteños y una ermita particular levantada por el público psicobolche.
Todo podía fallar, de hecho, lo más posible era que eso sucediera. Si algo quedó claro en el show que juntó en el último fin de semana a Sabina y a Serrat en la Bombonera, era que los organizadores tenían presentes todas las posibles variantes desastrosas y decidieron jugar en el espectáculo irónicamente con eso. El resultado fue un monstruo, un híbrido, que, con sus puntos más altos y sus momentos olvidables, funcionó mejor de lo que nadie esperaba.
El primer desafío era previo a la fecha y se había superado: arrastrar a las señoras y sus resignados y/o nostalgiosos maridos al campo de la cancha de Boca y conseguir que las nuevas hordas de seguidores de Sabina, tan púberes como insolventes, pagaran una entrada no barata para ver medio show de un anciano desconocido. Pero el triunfo sobre este escollo acarreó el otro problema: un público variopinto, acostumbrado a rutinas de concierto más bien opuestas y que no sabía bien a ciencia cierta qué iba a escuchar.
“Gracias a los que vinieron traidos por las ganas de estar acá y a los que llegaron venciendo los escrúpulos” abrió Serrat a modo de confesión, como aclarando las reglas de juego desde el vamos. Era claro que las masas eran de Sabina, que lo que iba a garantizar el clima y el espíritu del show iba a estar de ese lado, y el catalán, zorro viejo al que las multitudes no le son desconocidas, apeló a todo su carisma para asegurarse no ser escupido y abucheado durante “Tu nombre me sabe a hierba”.
La dinámica del recital se orientó a acercar a los dos músicos, a ponerlos en un resbaladizo terreno común unido por búsquedas poéticas, inconformismos morales y espíritu lúdico. Con este fin, se eligieron los temas más sabineros de Serrat, y el repertorio de Sabina que acusa más influencias de “su primo el Nano”. Hay que decir que Sabina salió ganando en esta fórmula, porque los temas más cuidados, menos apresurados y más mesurados son lo más interesante de su obra. Del otro lado, las canciones con melodías mas pegadizas y letras más infames, con espíritu de hit de Serrat son las que menos resisten el paso del tiempo. Atrás de “Para la libertad” hay montones de páginas desconocidas, que nadie corearía, pero son mucho más lindas.
No sólo en el repertorio elegido se notó este diálogo. Buena parte de las casi tres horas de concierto, los dos pájaros (por momentos al borde de lo pajarón, hay que decirlo) lo dedicaron a hacer comedia y a ironizar sobre las debilidades propias y ajenas. Cabe una mención especial a la versión pimpinelezca de “No hago otra cosa que pensar en ti” y a los cuadros de Stand up bizarro. El espíritu era de fiesta, de desparpajo, y Serrat se mostró a la altura del juego desestructurado de los espectáculos de Sabina, hasta el punto de incluir algún que otro amague de rockstar que, aunque no llegó a sonar del todo natural, resultó simpático. Pero, en la misma medida y como desquite, se notó la mano firme del catalán sobre la dirección musical del encuentro: la impresionante formación de músicos sonó ajustadísima y los arreglos de Miralles fueron increíbles (nunca sabremos cuanto de exigencia del director musical tuvo la misteriosa desaparición del histriónico y desastroso en proporciones iguales, guitarrista, Panchito Varona). Una vez más, en este trueque Sabina salió favorecido, sus canciones bien arregladas y orquestadas, se estilizan y suenan mucho mejor de lo que suelen sonar. Es verdad que estas mismas orquestaciones, que se alejan de las melodías más simples de los discos, atentaron fieramente contra el karaoke general y desinflaron en varios momentos a la platea. Pero, quizá, no esté de más este viaje a una forma distinta de escuchar un concierto, donde tengan lugar otras cosas además de cantar a los gritos. Es posible que a Serrat le haya servido la experiencia para incorporar un par de generaciones que lo ignoraban a sus seguidores, pero realmente no aportó nada demasiado interesante a quienes ya lo conocían: para levantar el estadio apeló a una infalible lista de grandes éxitos que se pareció más un concierto homenaje que a la demostración de un músico activo.
Este juntos y revueltos, en el que el único denominador común parecía ser la categoría cantautor español, funcionó llamativamente bien a pesar de todo. Fue una noche extraña, una puja amable de estilos y códigos bien distintos. Un espectáculo movilizado por la voluntad de dos tipos de compartir el escenario, dio como resultado un concierto divertido y un muy buen momento.

10 de diciembre de 2007

Por una vez en el lugar correcto...


Phoenix en La Trastienda = una hora y pico de Paris en Buenos Aires

1 de diciembre de 2007

El destino en los ojos de Medem


(Los Amantes del Círculo Polar. Julio Medem) ¿Todo se rige por el azar o hay un gran arquitecto que desde siempre diseñó nuestras vidas? Ésta es la pregunta del millón que todo el mundo se hace y que pocos se atreven a responder con absoluta seguridad.
En materia de amor, el corazón se pone sensible y las preguntas anteriores se vuelven urgentes. ¿Este chico que acabamos de conocer será “el elegido”? ¿Aquella chica que se acaba de ir sin avisar hubiera sido la mujer de nuestra vida? Todos quieren saber y nadie tiene certezas que ofrecer.
Julio Medem hizo una película con estas preguntas y encontró tres respuestas distintas.
En Los Amantes del Círculo Polar, Otto y Ana, sus protagonistas, viven, cada uno a su manera, una historia de amor que empieza en la infancia y que luego de varios encuentros y desencuentros, termina 20 años despues en Finlandia, casi al borde del fin del mundo.

Teoría I. El amor en los ojos de Otto: Otto es cándido creyente en el amor eterno. Encuentra en la fidelidad, la regla de la existencia del enamorado. Primero se revela contra la separación de sus padres y jura que siempre estará al lado de su madre abandonada. Luego se enamora de Ana, la hija de la nueva novia de su papá. Estos amores serán las hojas de ruta que marquen sus pasos a seguir. “Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida” decía el empalagoso poeta Francisco Bernardez, y Otto, si lo leyera, suscribiría entusiasta al pie del verso.

Teoría II. El amor en los ojos de Ana: Ana, por su parte, cree que su historia de amor está signada por una cadena de casualidades. Pero no de cualquier casualidad, sino de aquellas que su voluntad indica que tienen que suceder. Por eso pone a prueba todo el tiempo al destino. Otto será su pareja solamente si la sigue y descifra los signos que su cabeza afiebrada le pide que le muestre. Sucesos totalmente caprichosos como pronunciar “esa” frase en determinado momento o estar en el lugar indicado en el tiempo correcto son indispensables para ella. Si no tiene que ser, no va a ser, piensa Ana. Hace falta ser muy caprichoso y corajudo para exponer el pellejo a esta ruleta rusa constante . Quienes decidan ver la película ya sabrán cómo le va.

Teoría III. El amor en los ojos del director: Hasta ahora todos estábamos identificados en uno u otro bando de los personajes y seguíamos paso a paso sus desventuras amorosas, pero en determinado momento la película deja de ser una love story y se convierte en la demostración de un ensayo filosófico de Medem.
Para Medem la verdad es circular y cada historia contiene en el principio un final que fatalmente ocurrirá, sin importar las piruetas que se puedan ensayar para torcerlo. Con el destino de estandarte, derrota a las dos teorías de los protagonistas del film y les demuestra que sus creencias son vanas. Les enseña que no hay amor o suerte que valga, que el guión de la historia de los mortales ya fue escrito, y que contra eso, no se puede patalear.
Aprovechando los “superpoderes” que le da su función de director, a Otto le presenta todo tipo de traiciones amorosas, ajenas y propias; y a Ana, le pone miles de trampas para mostrarle que las “casualidades” que tanto busca pueden arruinarle la vida.
Pero no conforme con eso, hacia el final del film, Medem creyó necesario que su teoría se viera probada totalmente y, para eso, echó mano a toda clase de trucos de guión que hacen que el final de “Los amantes del Círculo Polar” sea increíble o, por lo menos, incómodo. Las coincidencias se vuelven forzadas y las simetrías de sospechosa probabilidad.
No se va a decir acá si la película termina bien o mal, pero sí que concluye como el Destino (así, con mayúscula), encarnado en la cámara de Medem, quiere. Sabemos que un director es el dios de su obra, pero toda religión requiere de feligreses y si la doctrina no es convincente, el culto puede quedar a mitad de camino. Eso le pasó a Medem, justo al final, sus dogmas seculares no pudieron convencer a los hombres de poca fe. Muy a nuestro pesar, cualquier respuesta absoluta nos despierta desconfianza.