24 de julio de 2008

De santos, revoluciones, guerras y otros seres fantasticos


("Sesenta relatos" / "El Colombre", Dino Buzzati) Por uno de esos caprichos del mundo editorial, el nombre de Dino Buzzati a la mayoría de nosotros nos puede llegar a sonar absolutamente desconocido, a pesar de haber sido elogiado por el propio Borges y de ser uno de los preferidos de Italo Calvino. Hasta hace pocos años era imposible leelo traducido al español, exceptuando el “El desierto de los tártaros” o alguna que otra obra aislada.

Por suerte existe también la costumbre en el mundo editorial de, sin razón aparente, empezar a publicar y traducir las obras de autores que hasta ese momento parecían haber caído en el más absoluto olvido.

Este es el caso de Dino Buzatti, quien desde hace unos cinco años esta empezando a ser editado tanto por la editorial Gadir, como por Acantilado, españolas ambas. Si bien este hecho hace que para acceder a dichas obras uno tenga que desembolsar su buen dinero, siempre va a costar mas barato que un curso acelerado de italiano
Los “Sesenta Relatos” y “El colombre” son una perfecta oportunidad para zambullirse de cabeza al mundo del italiano. Dos extensos muestrarios que lentamente nos van dejando conocer las diferentes obsesiones del escritor y sus múltiples facetas.

Desde cuentos pesadillezcos y opresores al mejor estilo Kafkaiano, hasta fábulas con cierta moraleja escondida. Cuentos donde lo mágico se infiltra en la realidad, al mejor estilo de Calvino, pasando por ecos de Guy de Maupassant y Borges.

Sus narraciones podrían separarse en tres grupos básicos, que son reformulados una y otra vez. Por un lado las “religiosas”, pequeñas fábulas que incluyen a santos y a Dios, pero ambientados en un mundo anacrónico, fantástico. Los milagros en ese mundo son algo cotidiano, los ermitaños son seres mágicos, santos. Dios es una presencia constante en la vida de los hombres. A partir de esa premisa se desarrollan historias a veces de humor, y otras veces aleccionadoras.

Por otro lado aparecen los cuentos de suspenso, o terror. Estos en su mayoría tienen como protagonista principal a la guerra o a la revolución. Son presentadas como una gran bestia que se infiltra en la realidad, destrozando todo a su paso; es el Apocalipsis que amenaza constantemente a los protagonistas de las historias. Pero la mayoría de las veces no son nombradas.

Hay un tópico que Buzzati reformula una y otra vez: La guerra y la revolución se aproximan, la gente huye o simplemente se paraliza, incapaz de reaccionar de ninguna forma para evitar el desastre, imposibilitada siquiera de nombrarlo a no ser en voz baja, o con miradas de terror.

Por ultimo los cuentos de realismo fantástico. Una gota sube lentamente una escalera atemorizando a un edificio, cucarachas se vuelven gigantes para vengar a sus compañeras aplastadas, un hombre cansado de su monótona vida se convierte en sapo, un agujero en el subte de Milán deja en evidencia una entrada al infierno, la muerte permite a un soldado ir a despedirse de su madre antes de llevárselo para siempre. Decenas de cuentos parecen planteados en forma de “te imaginas si…”, el autor deja salir su imaginación y nos invita a jugar con las posibilidades que nacen de ella.

Si bien un tanto desparejo, muchos de estos pequeños relatos de Buzzati alcanzan un grado de calidad tal que uno podría tranquilamente llamarlos clásicos. El talento que posee para poner incomodo al lector solo con insinuaciones, sin nombrar jamás el peligro que acecha; la diversión que transmite cuando simplemente se propone jugar con su imaginación; y su forma de crear mundos mágicos, haciendo que estos nos rodeen por completo, justificarían de sobra tal denominación.


Para muestra sobra un boton...


19 de julio de 2008

El corazón sobre todo

(Manuel Moretti, en vivo en El Nacional, 17 de julio del 2008) Había pasado la noche en vela. Manuel Moretti dijo que sentó en una silla a su vaso de whisky para que le haga compañía y siguió hasta el final el debate por las retenciones en el Senado. Unas horas después, sin haber pegado un ojo, estaba cantando en San Telmo.

Quienes exigían afinación y complejidad instrumental no estaban en un buen lugar. Despojado de la máscara rockerita de Los Estelares, Moretti se sobrexpuso en soledad con su guitarra y sus canciones. Dos o tres acordes, su voz y su humor maltratados por el insomnio, acompañaron un recital en el que la fuerza estuvo en la poesía y la sonoridad de las palabras.

Las canciones solistas de Moretti podrían ser letras de tangos. Hablan de ciudades, viajes, abandonos y melancolías. Describen paisajes y estados de ánimo, dejan al autor con el alma en paños menores, y provocan una mezcla de incomodidad y placer para el que las escucha. El repertorio recorrió temas del disco “La mañana del aviador”, algunos inéditos y canciones viejas de Estelares.

Incluyó “Julia”, “Compro Flores”, “Autobuses”, “Línea D”, todas composiciones que muestran el embrión de Estelares, los momentos de un repertorio imposible de encajar, por suerte, en las listas de alta rotación de las FM.

Terminaba la noche, el alcohol había corrido con generosidad, tanto sobre el escenario como entre el respetable auditorio, que ya no podía ser tal. El cantante de Los Estelares había olvidado su inhibición y el público su recato. Todos cerraron el recital cantando a los gritos en un karaoke borracho. Es que los efluvios etílicos liberan todos los músculos, el corazón sobre todo…

Para muestra, sobra un botón...

17 de julio de 2008

Canciones de cuna para pequeños anarkas

("Anem al llit?" Albert Plá, 2002) Después de nuestra reseña de canciones para niños indies y tristes, seguimos con la serie de falsos discos para chicos.

Cualquiera que conozca el resto de la obra de Albert Plá, aquellos que hayan escuchado la variada discografía de canciones anarquistas plagadas de escatología e inconformismo, difícilmente puedan imaginar la posibilidad de que exista entre sus obras algo como ¿Anem al llit?.

Este es un disco extraño dentro de un cantautor extraño. Plá es uno de esos artistas difíciles de encasillar, el tipo de estilos para el cual las etiquetas quedan siempre incómodas. Al escuchar sus canciones uno no sabe a ciencia cierta si es muy inteligente o un sub normal, al verlo actuar en sus exóticas performans cuesta encontrar los límites entre lo serio y lo humorístico y, si tenemos la oportunidad de escucharlo en una entrevista, no vamos a progresar mucho porque oscila entre lo patológicamente tímido y la provocación del que quiere llevar al entrevistador al suicidio. Pero si algo recorre su obra es, sin lugar a duda, la idea de lo lúdico. La mezcla, el desenfado, la curiosidad parecen ser hilos conductores que atraviesan una discografía que incluye desde las rumbas catalanas más punk del mundo (“No solo de rumba vive el hombre”) y hasta un falso disco en vivo donde se parodian las efusiones masivas con una serie de mentirosos aplausos entre tema y tema (Supone fonallosa).

¿Vamos a la cama? (eso es lo que significa en catalán “¿Anem al llit?”) es un disco de canciones de cuna para niños hipersensibles o para adultos con problemas, una colección de temas dulcísimos, mitad en catalán mitad en español, acompañados sólo de una guitarra y algunas flautas ocasionales. Encontramos mezcladas con canciones de cuna, pequeñas historias de infancia contadas desde un lenguaje impecablemente infantil (“Primer amor”) y curiosos catálogos ( de sueños de lo más variados –“Somiatruites”-, de miedos infantiles (“Dorm”) o la entrañable invitación a casa a todos los personajes de la infancia para que espanten a la tristeza, (“Qualsevol Nit Pot Sortir El Sol” un clásico que reversiona”).

Pero el juego ingenuo, el “dale que éramos chicos” no es tan simple como parece, esconde un mensaje más oscuro. Entre nanas y cuentos para dormir, entre melodías tranquilas, y voces arrulladoras se cuelan líneas que nos recuerdan que estamos escuchando un disco de Albert Plá. En su poesía asoma un chico que parece saber demasiado de la vida duerme a su madre con canción de cuna dulce y angustiosa o se esconde entre los soñadores la extraña Laura de quien se nos dice que soñaba cosas tan “terribles que es mejor no saberlas”.

Con sutiles ironías, aún disfrazado de Pipo Pescador, nuestro héroe anarquista no deja de decirnos que afuera, saliendo del disco, está el mundo, que todo sigue siendo una mierda, que a pesar de todo no hay futuro, pero que esta bueno jugar a que podemos, por un rato, quedarnos en la cama haciendo de cuenta que ninguna de esas cosas existen.

9 de julio de 2008

El cuco que mece la cuna

(Songs for the young at heart. Stuart Stamples y Dave Boulter. 2006) Hasta las almas más oscuras tienen a veces su regreso a la infancia.

De eso se trata el disco “Songs for the youngs of hearts” en el que el 50 por ciento de los taciturnos Tindersticks decidieron hacer un compilado de sus canciones infantiles favoritas y convocar a sus amiguitos, tan melancólicos como ellos, para que las canten.

Niñeras poco recomendables como Robert Foster, Stuart Murdoch de Belle and Sebastián o Kart Wagner de Lambchop, ponen sus voces a canciones finamente orquestadas como cajas de música. La voz cavernosa de Stuart Stamples arrulla y consuela al mismo tiempo en “Hey, don´t you cry”, el único tema original compuesto para el disco, y Jarvis Cocker nos cuenta un tenebroso cuento en verso sobre las consecuencias funestas que trae molestar a un león.

Las melodías de “Songs for the youngs of Heart” son tristonas y dulces, con el olor de los sábados de lluvia en que había que jugar adentro. Su espíritu luce cercano a la estética de los sombrios cuentos de Andersen que nos asustaban y fascinaban al mismo tiempo cuando éramos chicos.

Por último, vale la pena visitar la página de Internet linkeada a continuación, buscar el video de “Albert and the lion” y descubrir la peligrosa locación desde la cual el cantante Pulp decidió narrar la fábula.

Para muestra sobra un botón:

http://www.songsfortheyoungatheart.co.uk/

6 de julio de 2008

Cuentos de amor, de locura y de muerte

("La pareja abominable y otras historias macabras", Edward Gorey. Ed. Valdemar) Morbo, melancolía, oscuridad y ternura son las palabras que tendrían que estar en cualquier intento por describir el trabajo de Edward Gorey.

Este dibujante estadounidense, muerto en el año 2000, es uno de los tantos autores que nos recuerdan que a veces la oscuridad puede desprender más luz que la claridad. Un dibujante de aquellos que son capaces de generar belleza en cosas que normalmente solo nos generarían repulsión o tristeza.

Fuertemente ligado al mundo del libro, vivía ilustrando portadas para varias editoriales, y esporádicamente contando sus propias historias, inspiradas en crímenes y noticias macabras que disfrutaba coleccionando.
Sus libros los editaba él mismo, limitándose a una distribución de puerta en puerta, con sus librerías amigas, confinándose a un grupo de selectos y fieles seguidores.

"La pareja abominable y otras historias macabras", editado por Valdemar compila varias de esas narraciones, y sirve como un muestrario del opresivo pero bello mundo que Gorey disfrutaba creando.

Cuando uno empieza a leer sus cuentos, lo primero que aparece en la cabeza es Tim Burton, y más particularmente "La melancólica muerte del chico ostra", ya que las premisas generales de ambos estilos son las mismas. Al punto que todos los adjetivos usados para describir a Gorey servirían perfectamente para describir la obra del director de cine.
Pero las diferencias existen y son marcadas, para empezar en sus dibujos. Mientras Burton pertenece más al mundo de la historieta, con dibujos caricaturescos y rasgos exagerados, Gorey es más realista. También es más detallista. Cada viñeta de "La pareja abominable" merece ser observada con mucho detenimiento, ya que está minada de pequeños detalles, desde la expresión de los personajes hasta los cuartos en los que se encuentran. Por momentos parecen verdaderos cuadros.

Las historias también tienen sus cualidades diferenciadoras con respecto a la obra de Burton. Las del director suelen ser más impactantes, la tragedia es evidente, incluso exagerada y juega con eso. En cambio Edward Gorey , si bien tiene historias de ese estilo, en muchas otras elige un camino diferente.

Lo tremendo en esos casos es algo que flota en el ambiente de la narración, una sensación que va formándose lentamente a medida que uno avanza por las páginas del libro. A veces estallando al final de la historia, pero muchas otras sin estallar en ningún momento, sólo generando una sensación de melancolía leve pero constante durante todo el cuento.

Narra con sus dibujos y con sus letras de la misma forma. Apoyándose en detalles, construyendo paciente y lentamente, dejando el peso de la emoción por momentos en la imagen, y por momentos en lo narrado.

El libro comienza a todo trapo, con la historia que le da el nombre al libro, "La pareja abominable", que trata sobre la vida (basada en un hecho real) de una pareja que sólo lograba excitarse sexualmente secuestrando y matando niños. A ese cuento le siguen unos diez mas, entre los cuales brilla “Los pequeñines macabros", una especie de canción o poema infantil donde por cada letra del abecedario se cuenta la forma de morir de un niño cuyo nombre comienza con dicha letra.

La sensación que queda al terminar de leer el libro es de una gran pesadumbre, tanto por el hecho de haber acabado el libro como por la intensidad de sus historias. El mundo de Gorey es realmente atrapante, inquietante.

Ideal para los seguidores de Tim Burton, que encontrarán en Gorey a quien muy probablemente sea su padre estilístico; e ideal para los amantes de la oscuridad en general y para todo ser que tenga un pequeño Robert Smith luchando por salir de su interior. Se sentirán entre sus páginas como peces en el agua.
Para muestra sobra un boton:

3 de julio de 2008

Martín Buscaglia, El evangelio según Mc Phanton

Bajo la pintoresca presentación de Hombre orquesta, el uruguayo Martín Buscaglia se presentó el jueves en El Nacional de San Telmo.

Quienes contamos con algunas décadas en el haber recordamos (con un poco de vergüenza ajena) a un improbable cómico(?) que en los 80´ en Badía y companía reproducía con sólo sus cuerdas vocales un universo de películas de guerra. Como un Mc Phanton charrua, Buscaglia convierte su boca en máquina de ritmos y manipula una serie de juguetitos ridículos con los que produce sonidos que graba esmeradamente en 30 segundos antes de cada tema. Se para en el escenario acompañado sólo con su guitarra y su corte de samplers, y dice que va a tocar mucho, porque afuera llueve, y estuvo todo el día pasando frío. Cuando comienza su simpático stad up, uno piensa que va a presenciar una performance, posiblemente entretenida, pero seguramente lejana de lo musical. Aunque el disco que promete presentar, El evangelio según mi jardinero (hermoso nombre), hace uso y abuso del sampler, también tiene una buena banda biensonante y una orquestación sólida que aprovecha en detalle los recursos de cada instrumento. Con ese antecedente en la memoria auditiva cuesta imaginar que ritmos disparados de su boca, una batería de juguetes inútiles y su rechonchita simpatía puedan dar cuenta de su obra. Pero el resultado sorprende.

Buscaglia tiene el don de jugar y hacer música en escena. Tiene una hermosa voz capaz de mantener la melodía entonada encima de, prácticamente, cualquier base, por vaga o excéntrica que sea y camina sólido sobre recorridos musicales que nunca defraudan. Aprovecha recursos mínimos y crea atmósferas interesantes que reinventan sus canciones y aportan versiones novedosas que, como improvisaciones de jazz, dan la sensación de una música que se va haciendo a medida que ocurre. La impresión que uno se lleva es la de alguien que disfruta probando cosas y se divierte y divierte. Los pasos de comedia crean un ambiente amigable y cortés, y ayudan al público a entrar también en el juego.

Una buena oportunidad para ver algo nuevo que viene desde el otro lado del chaco.