25 de marzo de 2009

6 de marzo de 2009

Nightmare before Hanukkah (El extraño mundo de Keret)

(“La chica sobre el refrigerador”, Ed. Siruela; “Extrañando a Kissinger”, Ed. Sexto piso; “El chofer que queria ser Dios”, Ed. Emece. Etgar Keret) Cuando se toma contacto por primera vez con los cuentos de Etgar Keret, es imposible no sentirse sorprendido. En primer lugar por el origen israelí del escritor, país del que no suele llegar mucha literatura y mucho menos contemporánea. En segundo lugar, por su estilo, desenfrenado y muy poco conservador. Pero principalmente, por el universo que se dibuja a lo largo de sus narraciones.

La fantasía keretiana da lugar con la misma naturalidad a traumas de la infancia, ángeles que no vuelan, niños que encuentran huevos de dinosaurios, chicas que sólo encuentran la paz sobre un refrigerador o magos que sacan de su galera conejos decapitados y bebes muertos; e incluso una visita guiada por el infierno reservado para los suicidas. La realidad que se presenta en sus cuentos es una realidad donde todo es posible, siempre y cuando sea lo suficientemente perverso.


Salvo contadas excepciones, las temáticas que uno puede suponer protagonistas en un escritor de ese país (como la religión judía o la guerra) en los cuentos aparecen solamente nombrados al pasar. Pero a la larga se presentan como sombras inevitables y un marco necesario para que se desarrolle la acción que termina robando el protagonismo.


Pero quizás lo más sorprendente es el dominio de Keret sobre el humor negro. A pesar de lo terribles que puedan resultar algunas narraciones, siempre están atravesadas por un hilo de humor. Creado por un uso del absurdo similar al que se puede encontrar en las obras de Rodolfo Wilcock o Alberto Laiseca. Situaciones que apenas leídas hacen que se escape una sonrisa, y dos renglones después uno se sienta una basura por haberse reído.

Pero, de todas formas, también hay lugar en sus libros para la angustia sin concesiones. En cuentos como La novia de Korbi, el autor da lecciones magistrales de cómo manejar el suspenso. Logrando que uno sienta una incomodidad tal, que trae recuerdos de los grandes maestros de la sutileza como Poe o Quiroga.


Etgar Keret es una joya muy poco difundida, y quizás por eso es tan difícil de encontrarlo en librerías. Al día de hoy circulan tres ediciciones diferentes de sus cuentos. El chofer que quería ser dios, editado por Emece; Extrañando a Kissinger, de Sexto piso editora, y La chica sobre el refrigerador, de editorial Siruela.

Las diferencias entre las ediciones son pocas, más allá de lo económico. Extrañando a Kissinger y La chica sobre el refrigerador compilan prácticamente los mismos cuentos entre si, dejando la diferencia más que nada en el precio, la calidad de la edición, y la facilidad para conseguirlos, más elevados todos en Siruela.


El Chofer que quería ser dios
forma parte de la extensa cantidad de maravillas saldadas que tiene la editorial Emece, por lo que es sumamente difícil de encontrar, pero exageradamente económico de pagar. Tiene un criterio, al momento de seleccionar los cuentos, lo suficientemente diferente como para justificar su compra. Pero su principal valor agregado, es la inclusión de la novela corta Kneller's Happy Campers (que tiene su versión cinematográfica, Wristcutters: a love story del director croata Goran Dukic Patrick, con Tom Waits en el papel protagónico), donde se nos invita a visitar el infierno de los suicidas. Una realidad idéntica a la nuestra, solo que un poquito peor, donde personajes como Kurt Kobain rondan las calles intentando ocultar la manera en la que eligieron matarse.

De todas formas, cualquier edición a la que el bolsillo o el azar nos permitan acceder es sumamente recomendable. Keret triunfa en un sentido en el que pocos escritores pueden triunfar, creando su propio estilo, único y reconocible a la distancia. Eso hace que la lectura de sus cuentos maraville, empujándonos a recomendar y buscar mas obras suyas.