27 de septiembre de 2007

Un dandy con armónica


Cansado de grabar el nuevo CD que va a traer de nuevo a Roxy music desde los 80, Brian Ferry dijo basta, se aflojó la corbata, se desbrochó el primer botón de su camisa Prada (no es posible imaginarlo en chomba o en jogging) y se tomó un respiro. Este respiro es Dylanesque, un disco homenaje donde versiona temas de Bob Dylan.
Hay un mito que dice que las canciones de Dylan suenan mejor en una voz que no sea la suya. Este disco no viene a desmentirlo, la cuidada interpretación y los arreglos prolijos e inspirados nos devuelven viejos hits revolucionarios flamantes como si estuvieran recién escritos.
Pero no se conforma con eso nuestro atildado dandy. En una época en que los discos homenaje parecen ser un buen negocio, Ferry nos presenta su particular idea de lo que significa hacerle a alguien un cumplido. Seguramente es difícil quitarse el sombrero frente a un mito cuando se es, como en este caso, casi una marca registrada; y mucho más cuando las características propias de esta marca son diametralmente opuestas a las del homenajeado. “ Una canción puede ser lo que quieras que sea. Crecí con la idea del jazz de que se puede hacer una canción de muchas formas distintas" contesta a un periodista de El Mundo de España que pretende crucificarlo por limarle las asperezas a The times they are a changin. Y esa parece ser la clave para entender lo que Brian Ferry entiende por hacer un cover. Lejos de hacer versiones respetuosas que recuerden al original, Ferry convierte fatalmente las canciones de Dylan en otra cosa, usa las melodías y letras como materia prima y las moldea hasta hacerlas otras, distintas, sorpresivas.
Los 11 temas elegidos son del Dylan de los 60 y esta elección habla, quizá, de encontrar las canciones en estado puro, en versiones que piden a gritos ser revisitadas. Y así, como por arte de magia o del glam, un par de hits revolucionarios y varias baladas ya clásicas se convierten en canciones que parecen escritas desde siempre para ser cantadas por Ferry.
Hace falta volver a las versiones originales para entender totalmente cuánto de juego hay en el proyecto, pare ver que la apuesta está en no dejar nada en donde estaba. La mismas letras en la voz de Ferry cobran otro sentido, son re interpretadas y parecen decir otras cosas. La historia de un bohemio reventado en Just like tom thumbs blus queda convertida en el lamento de un bont vivánt glamorosamente arruinado, y la calamaresca If not for you en un galanteo ultra sexy. Cuidadosamente le quita el cuerpo a la canción de protesta y cambia, con distinción, agresividad combativa por una distante ironía. El himno revolucionario The times they are a changin es un caso particular en este sentido. Esta canción, en su momento un estandarte contra Vietnam, sin cambiar una palabra queda convertida en una prima hermana del Heroes de Bowie, que hace pensar que los vientos de cambio que se avecinan harán un mundo, sino mejor, seguramente más lindo.
Pero no sólo se limita a estilizar las canciones, quitarle al viejo Bob el vino de la mano y ponerle un brandy en su lugar. Simple twist of fate y All I ready I want do (que esconde también un homenaje a la versión de The byrds), por ejemplo, son despojadas de su melancolía y se convierten en hitazos de Roxy music. Sólo en Gates of eden y aún más en Knocking on heavens door, hay un verdadero homenaje, un saludo respetuoso a la armónica más notable de la historia de la música (aunque le pese a León).
Brian ferry asegura en sus entrevistas que no conoce personalmente a Dylany que no sabe, en realidad, qué piensa de sus versiones. Cuando se le pregunta qué le diría si se encontrara cara a cara con él. Brian se hecha para atrás en la silla, se aparta su flequillo descuidadamente ordenado de la frente y contesta con elocuente sobriedad inglesa: “Le diría: Espero que no te importe”.

23 de septiembre de 2007

Terranova said...

Juan Terranova me recibe en el segundo piso de su casa de Caballito junto a sus dos gatos guardianes. Apenas se entera de que soy estudiante de TEA vocifera: “¡Arrepentite a tiempo y dejá ya mismo de estudiar, el periodismo es una mierda!”. Dice que cuando terminó la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires pensó que había pasado unos cuantos años en un ambiente miserable, pero que ahora se dio cuenta de que la tarea periodística es todavía más ingrata.
Se lo ve enojado, hace un par de días que lo echaron de Perfil, en donde era redactor en el suplemento de cultura. Cuenta que lo despidieron por poner la cara en las asambleas y paros que reclamaban aumento de sueldos en el diario de Jorge Fontevecchia. Califica al gremio de prensa como jodido y traidor y cuenta dos o tres anécdotas sobre carneros y puñales traperos que hacen al escucha cuestionarse su vocación. Ahora reparte su tiempo entre buscar trabajo, escribir su blog y proyectar sus dos nuevos libros, uno sobre la Virgen María y otro sobre santos, con los que piensa completar la trilogía católica que inició con La Virgen del cerro, una crónica sobre la aparición milagrosa en Salta.

La nueva narrativa:
A Terranova se lo relaciona con la autodenominada “Joven guardia”, un grupo de escritores que no superan los 35 años y que, con dos antologías en el mercado, son por estos días el fenómeno de moda en el ambiente literario. Sobre esta supuesta nueva generación, que forman, entre otros, Pedro Mairal, Washington Cucurto, Florencia Abbate, Pablo Alí y Oliverio Cohelo, cuenta: “La Joven Guardia es un nombre un poco ridículo que se le ocurrió a Maximiliano Tomas, pero que a todos nos sirvió mucho. Previo de este invento yo ya había editado dos novelas que solamente habían leído mis amigos.
En la literatura los espacios se negocian. Nadie viene y te dice: “Che, formen una generación de nuevos escritores, publiquen que yo les pago todo”. Los espacios los tenés que pelear y tomar cada oportunidad que se presente. En nuestro caso fue el suplemento de cultura del diario Perfil. Desde ahí empezamos a publicar artículos y a reseñar a escritores de más o menos 30 años. De repente descubrimos que “jóvenes escritores” era una marca que el mercado no estaba utilizando, y la aprovechamos”.

Los Blogs:
Terranova es periodista, publicó tres libros (El Caníbal-2002-, El bailarín de Tango -2005- y El pornógrafo-2005) y actualiza todos los días su blog http://elcocinerosalvaje3.blogspot.com. Sobre las diferencias entre estas tres actividades, que se pueden pensar muy similares, dice: “Lo puedo explicar comparándolas con la actividad de un músico. Ser periodista es como ser sesionista de una banda tipo Vilma Palma e Vampiros, toco algo que no es mío, que no me gusta y me llevo la plata, eso es para mí el periodismo. En cambio escribir libros es parecido a componer para un disco solista, preparar con cuidado tu obra, pulir la forma en la que te expresás, definir lo que querés contar y que querés que se recuerde de vos. Por último, la producción de un blog se asemeja a una zapada entre amigos, es algo natural y espontáneo, hecho con la libertad de lo que se sabe efímero.
El blog te permite probar cosas directas, en un espacio reducido de publicación inmediata, donde ni el lector ni lo que pusiste importa tanto, entonces aparecen cosas interesantes y en un estilo desacartonado que es bueno y nuevo.
Igual, antes era muy fanático del vértigo del blog, pero ahora estoy más sosegado, no quiero una superproducción literaria. Pienso enfocarme más en proyectos puntuales… propongo para mi vida menos punk y más familia”.

Los libros y la fe:

La literatura de Terranova siempre recorrió temas que le interesan ersonalmente: el tango, la pornografía, los medios de comunicación, pero en su último libro se adentra en territorios que a priori podrían pensarse ajenos al ámbito intelectual: los prodigios milagrosos de la Virgen del Cerro. Tal como lo hiciera su compañero de liga Washington Cucurto al retratar el submundo de las bailantas y los inmigrantes en Buenos Aires, Terranova dirige su mirada al ámbito de la fe: “Si uno busca libros sobre la fe, se encuentra con cosas muy berretas, con tipos como Victor Sueiro. La literatura actual no se interesó por esos temas.
Por eso traté de hacer un libro anfibio: que lo pueda leer el creyente que quiere saber sobre el milagro y no consume literatura habitualmente, pero en el que también un universitario pueda encontrar un placer estético.
En Salta estaba del lado del peregrino, fui uno más y viví todo lo que pasaba. Estando ahí resultó muy difícil distinguir cuando fui cronista y cuando protagonista. Tengo una formación cristiana que respeto, me interesa el universo de la creencia, así que no tengo problemas para identificarme con el peregrino. Puedo ponerme a rezar, entiendo lo que le pasa a una persona cuando reza, porque entiendo lo que me pasa a mí. Estoy orgulloso de haber escrito un libro que puede leer y entender mi abuela.
Por todo esto no pensé que La virgen del cerro iba a ser tan bien recibido por la crítica. Es cool ser ateo: esta bien visto decir yo no creo en nada, me paso por el culo 2000 años de historia de la humanidad. Pero, aunque la tapa que es medio new age, un poco grasa, el libro fue leído y se empezó a rescatar la calidad la escritura de algunos capítulos más allá de todos estos reparos.”
Creditos: esta nota fue realizada con el invalorable aporte de Gaby Valdovinos en la entrevista y en la fervorosa disidencia y de Javi Simeoni en la maratónica y a altas horas de la madrugada, edición final.

20 de septiembre de 2007

Cuatro personajes en busca de un autor

(Lectura de poesía de Editorial Vox en Santiago Arcos) La cita era a las diecinueve y treinta, pero solo una mente ingenua podría pensar que el asunto iba a ser puntual. Recién a las veinte abrieron la puerta y como es obvio en estas ocasiones, fue necesario esperar una larga hora mientras los protagonistas directos e indirectos se dedicaban a sociabilizar y hacer notar su presencia.
Lo bueno fue que el vino no faltó y al ser una librería, era fácil distraerse ojeando las estanterías. Eso si, de acercarse a la mesa donde se encontraban los libros de Eloisa Cartonero, debía tenerse mucho cuidado, porque estaba custodiada por dos chicas que no dudaban ni un minuto en acosar a cualquier observador desprevenido vociferando las novedades con las que contaban.
Mientras tanto los poetas circulaban por la sala, demostrando ya desde su indumentaria el estilo que caracteriza su literatura. Así por ejemplo Washington Cucurto llevaba puestos unos jeans descuidados, una camiseta de fútbol, y encima de ella una campera con “Palermo Chico” inscripto en la espalda; Fabián Casas un jean normal con una remera de Kiss, como cualquier hijo del vecino; Juan Desiderio el look clásico del bohemio que ha pasado largo tiempo recorriendo los pasillos de la facultad de letras; y Rodolfo Edwards un adecuado traje. En fin, todo un esfuerzo para no sorprender a nadie violando el estereotipo.
Una vez superada la espera, empezaron las lecturas. El primer turno fue para Washington Cucurto (Santiago Vega). Fue presentado por Fabián Casas, quien contó: “Cuando lo conocí, lo ví venir y pensé `Este negro de mierda seguro que me roba`. Él, por su parte cuando me vio pensó `Este negro de mierda seguro es puto´”. Como podrá verse, un nuevo intento por no dejar de jugar con la imagen que tanto supo explotar el escritor.
De la lectura de Vega se puede decir muy pocas cosas. Sigue fiel a su estilo, de crónicas sobre el submundo de las clases marginadas de Buenos Aires. En este caso en forma de poesía, pero el único cambio concreto que aportó el formato, fue pretender cierto profundidad que no logró alcanzar en ningún momento y una especie de critica social, muy ingenua y superficial. Imágenes muy simples, que se mantienen atadas al imaginario popular sobre el “cabecita negra”, y solo consiguen sacar una sonrisa cómica de vez en cuando.
El siguiente turno fue de Juan Desiderio, presentado con una anécdota que lo pintaba como un gran metafísico de la carrera de Letras. Las poesías que leyó sin llegar a maravillar tenían sus puntos rescatables. Un buen manejo del ritmo, aprovechando bien el sonido de las palabras, aunque por momentos el registro usado fue bastante pretencioso. Eso si, todo leído de una forma muy expresiva, cual trovador en plaza.
Rodolfo Edwards resulto ser el momento más surrealista de la noche. Vestido con su traje, apareció en escena luego de que Casas contara como lo conoció oyéndolo declamar una arenga política muy brillante en una radio cuyo alcance era de dos cuadras a la redonda. Sus poesías fueron sobre todo simpáticas. Mucho humor, mucho juego de palabras fácil, casi obvio y retratos urbanos de diferentes zonas de Buenos Aires. Divertido para ser escuchado, pero dudoso para tener en la biblioteca. Mención aparte para el final de su participación, anunciando que se dará un gusto, para luego tocar una corneta y tirarse papel picado encima, cual Alacrán después de sus chistes.
El último en leer fue Fabián Casas, el único que ofreció algo realmente interesante. Poesías casi minimalistas, sin despegarse en ningún momento de lo cotidiano, con anécdotas de su pasado y situaciones aparentemente intrascendentes. Pero armando con ellas imágenes muy agradables y cargándolas de un sentido mas elaborado. Muy similar a su prosa, pero aprovechando las libertades que da la poesía para detenerse mas en los detalles.
En definitiva unas lecturas que fueron de menor a mayor, donde ninguno de los escritores pareció muy preocupado en proponer algo nuevo de si mismos.



No es por decir pero…
Apostillas de una jornada con la Joven Guardia…
*Washington Cucurto o Santiago Vega debería practicar un poco antes de leer sus cosas en publico. Son entendibles los nervios, pero si él mismo se equivoca en sus poesías, leyendo signos de pregunta cuando en el poema se afirma, o marcando mal las pausas… ¿Qué podemos esperar de lo que lean los demás?
*Todo bien con que sean chicos que se quieren mucho entre si y que les guste juntarse a hablar. Pero armar un ciclo de lecturas para estar chusmeando una hora o mas, y luego leer durante quince minutos, veinte como mucho… ¿no les parece demasiado?
*Una señora de pelo seudo rojo estaba desesperada por ser el centro de la escena. No conformándose en hacer comentarios a viva voz mientras los demás en silencio escuchaban a los escritores, se paso toda la noche gesticulando para todos lados y haciendo onomatopeyas para demostrar que lo leído era de su agrado.



19 de septiembre de 2007

14 de septiembre de 2007

Noticia sólo para crédulos


Parece que en abril viene The Cure a la Argentina....

(una vez más y ya van...)
los sobretodos negros están medio arratonados de tanto esperar!!

4 de septiembre de 2007

Afiebrado


(39º,Lisandro Aristimuño) El año 2006 trajo una gran sorpresa: Lisandro Aristimuño. Un tipo de Río Negro, muy interesante, que con canciones sencillas, buenas letras y un sonido muy prolijo prometía sacudir un poco la música en Buenos Aires.
Llegó e hizo ruido enseguida. La cantidad de gente que iba a sus recitales crecía exponencialmente a cada show; no tardaron en hacerle entrevistas y notas en varios diarios. El famoso artista revelación.
En el 2007 salió su tercer disco y el resultado es desalentador. El muchacho parece que fue víctima de los elogios recibidos. Es un disco que explota cada uno de los estereotipos que usaron en el pasado para hablar bien de él: El chico del interior, el chico sensible, el chico experimental.
Explota tanto esos rasgos que los lleva al ridículo, por momento a la parodia. La sensación que da escuchar estos 39º es que Aristimuño equivocó el camino. Potenció detalles negativos que en los anteriores discos ya aparecían y disolvió los rasgos positivos que hacían que uno se los perdone.
Es un disco que perdió la simpleza en la música, y la profundidad en las letras. En más de un caso parece incluso una cargada: “Pez”, con su amasijo de voces, o “El búho” con los efectos de fondo que dan la sensación de que Lisandro se compró un sampler y estaba ansioso por estrenarlo.
También resulta obvio que el personaje de “chico sensible del interior” le dio resultado, porque en sus letras abundan las frases que parecen puestas para que uno recuerde que Lisandro Aristimuño es un chico de las provincias, que ama a su país. En “Me hice cargo de tu luz”, por ejemplo, con “me perdi en el azul de todo el cielo de Mendoza”, o “me hice cargo de tu luz, cortando el viento Zonda”, da la impresión de que hizo un taller con Leon Gieco.
También en muchos momentos confunde lo simple con lo chato. Como en "La despedida" –“¿Qué le voy a decir si se va?.... ¿Qué vuelva?... ¿Qué no?”-. Quizás si hubiese trabajado bien la letra sería una buena canción, pero así da la sensación de que improvisó con lo primero que se le vino a la cabeza.
Se pueden contar con los dedos de una mano (y sobrarían) los momentos en que Aristimuño alcanza el nivel de sus anteriores discos. Uno de esos ejemplos es “El plástico de tu perfume”, donde la orquestación esta muy bien elegida y la letra excelentemente trabajada. También podría considerarse dentro de ese grupo a “Tus Canciones”, casi en una tonada de cuna en su melodía, con una letra agradable.
Otro momento interesante del disco es “Para verte hoy”, que pese a empezar con los “famosos” gemidos de Aristimuño -¿Quién le habrá dicho que queda bien balbucear gemidos en una canción?- enseguida se recupera, y puede que sea el único ejemplo donde la “nueva” búsqueda de Aristimuño da resultado. Fuerte presencia de bases electrónicas, un sonido más cercano al pop y una buena letra.
Si fuera el disco de otra persona, la sensación sería mucho más agradable. Pero habiendo conocido sus anteriores discos ("Azules turquesas" y "Ese asunto de la ventana") y teniendo en cuenta la expectativa que había generado (se lo pensaba sucesor de Kevin Johansen o Jorge Drexler, o al menos era costumbre compararlo con ellos), uno esperaba mucho más de este tercer disco.
Hay músicos que se vuelven víctimas de su propio “éxito”. Como Miranda con su música para adolescentes y Leo García con su pop gay. A Lisandro Aristimuño se le subió a la cabeza el cantautor meloso del interior. Esperemos que para el próximo disco le baje un poco la fiebre, y vuelva a ofrecer algo nuevo.


No es por decir pero...
¿No tiene una madre que le diga que…?


*... poner cara de niño amoroso en recitales, más que jugarle a favor hace que uno tenga ganas de patearle la cara.
*... esta perfecto gemir y balbucear cuando compones, es mas facil estructurar una melodía sin preocuparse en la letra. Pero una vez que la cancion esta hecha….gemir queda feo… mas si te gemis 5 horas por recital.
*... esta muy bien que quiera mucho a su hermana… Pero basta de hacerla zapatear en los recitales, somos gente grande.