1 de diciembre de 2007

El destino en los ojos de Medem


(Los Amantes del Círculo Polar. Julio Medem) ¿Todo se rige por el azar o hay un gran arquitecto que desde siempre diseñó nuestras vidas? Ésta es la pregunta del millón que todo el mundo se hace y que pocos se atreven a responder con absoluta seguridad.
En materia de amor, el corazón se pone sensible y las preguntas anteriores se vuelven urgentes. ¿Este chico que acabamos de conocer será “el elegido”? ¿Aquella chica que se acaba de ir sin avisar hubiera sido la mujer de nuestra vida? Todos quieren saber y nadie tiene certezas que ofrecer.
Julio Medem hizo una película con estas preguntas y encontró tres respuestas distintas.
En Los Amantes del Círculo Polar, Otto y Ana, sus protagonistas, viven, cada uno a su manera, una historia de amor que empieza en la infancia y que luego de varios encuentros y desencuentros, termina 20 años despues en Finlandia, casi al borde del fin del mundo.

Teoría I. El amor en los ojos de Otto: Otto es cándido creyente en el amor eterno. Encuentra en la fidelidad, la regla de la existencia del enamorado. Primero se revela contra la separación de sus padres y jura que siempre estará al lado de su madre abandonada. Luego se enamora de Ana, la hija de la nueva novia de su papá. Estos amores serán las hojas de ruta que marquen sus pasos a seguir. “Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida” decía el empalagoso poeta Francisco Bernardez, y Otto, si lo leyera, suscribiría entusiasta al pie del verso.

Teoría II. El amor en los ojos de Ana: Ana, por su parte, cree que su historia de amor está signada por una cadena de casualidades. Pero no de cualquier casualidad, sino de aquellas que su voluntad indica que tienen que suceder. Por eso pone a prueba todo el tiempo al destino. Otto será su pareja solamente si la sigue y descifra los signos que su cabeza afiebrada le pide que le muestre. Sucesos totalmente caprichosos como pronunciar “esa” frase en determinado momento o estar en el lugar indicado en el tiempo correcto son indispensables para ella. Si no tiene que ser, no va a ser, piensa Ana. Hace falta ser muy caprichoso y corajudo para exponer el pellejo a esta ruleta rusa constante . Quienes decidan ver la película ya sabrán cómo le va.

Teoría III. El amor en los ojos del director: Hasta ahora todos estábamos identificados en uno u otro bando de los personajes y seguíamos paso a paso sus desventuras amorosas, pero en determinado momento la película deja de ser una love story y se convierte en la demostración de un ensayo filosófico de Medem.
Para Medem la verdad es circular y cada historia contiene en el principio un final que fatalmente ocurrirá, sin importar las piruetas que se puedan ensayar para torcerlo. Con el destino de estandarte, derrota a las dos teorías de los protagonistas del film y les demuestra que sus creencias son vanas. Les enseña que no hay amor o suerte que valga, que el guión de la historia de los mortales ya fue escrito, y que contra eso, no se puede patalear.
Aprovechando los “superpoderes” que le da su función de director, a Otto le presenta todo tipo de traiciones amorosas, ajenas y propias; y a Ana, le pone miles de trampas para mostrarle que las “casualidades” que tanto busca pueden arruinarle la vida.
Pero no conforme con eso, hacia el final del film, Medem creyó necesario que su teoría se viera probada totalmente y, para eso, echó mano a toda clase de trucos de guión que hacen que el final de “Los amantes del Círculo Polar” sea increíble o, por lo menos, incómodo. Las coincidencias se vuelven forzadas y las simetrías de sospechosa probabilidad.
No se va a decir acá si la película termina bien o mal, pero sí que concluye como el Destino (así, con mayúscula), encarnado en la cámara de Medem, quiere. Sabemos que un director es el dios de su obra, pero toda religión requiere de feligreses y si la doctrina no es convincente, el culto puede quedar a mitad de camino. Eso le pasó a Medem, justo al final, sus dogmas seculares no pudieron convencer a los hombres de poca fe. Muy a nuestro pesar, cualquier respuesta absoluta nos despierta desconfianza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso Film!, y muy linda reseña del mismo. Al recordar la sensación que despertó en mi "Los Amantes..." me viene a la mente otra película -tal vez con un formato mas experimental que la de Medem- que se llama "Reconstrucción De Un Amor" la cual juega en cierto modo con el destino y las decisiones que uno puede o no tomar para modificarlo.

Paola Simeoni dijo...

Es cierto que Reconstrucción trata el mismo tema, pero la teoria es más o menos la opuesta, no? los daneses piensan que hay todo un abanico de posibilidades para elegir en la materia.
gracias por tu comentario! saludos.