Jorge Drexler venía con las acciones en baja en la arbitraria mesa examinadora de De Filias y Fobias. Los autores de este blog, poco serios en sus juicios artísticos, y siempre dispuestos a denostar a las estrellas por las razones más absurdas, lo habían puesto en la lista negra por haber engañado a su mujer de años y por su romance con la vegetativa de “Hable con ella”.
Para colmo, no soportamos que hubiera tenido el tupé de hacérnoslo saber con todo detalle en su último disco “12 segundos de oscuridad”. Que si la cornuda le había leído los mails adúlteros, que si estaba triste por el divorcio controvertido, que si estaba caliente como negra en baile con la Waitling, de todo eso no nos queríamos enterar, pero en cada canción nos lo hacía escuchar, destruyendo progresivamente la imagen que le habíamos comprado de osito cariñoso charrúa.
Tras cartón, su último recital en Buenos Aires resultó un bodrio: corto de extensión, con delirios cools-electrónicos, un repertorio sin los éxitos de hoy y de siempre… en fin, un chasco.
Pero, al borde de entrar en la papelera de reciclaje de los ídolos caídos, el uruguayo se sale con el disco “Cara B” y en la primera escuchada nos disponemos a aprontar los papeles para el indulto ipso facto.
Drexler ofrece un combo de dos discos que funcionan como una radiografía de su universo musical. El primero muestra la fase pública del artista en concierto, y el segundo nos muestra su cara privada de maquetas y homenaje a sus influencias.
Cara A es el registro en vivo de una gira por Cataluña. Su escucha, más un poco de imaginación, bastan para situarnos de inmediato en el clima de un recital de Drexler con todas sus características clásicas: los arreglos y afinación cuidada, el diálogo con el público que muchas veces se pasa de denso, y sus letras más bonitas.
Pero lo verdaderamente interesante lo encontramos en el cara b del disco del mismo nombre. Ahí la cosa se transforma casi en la grabación de un fogón donde Drexler agarra la guitarra y nos canta sus canciones favoritas.
Haciendo uso de cuatro idiomas, rescata temas de artistas tan disímiles como Leonard Cohen, Caetano Veloso, Zitarrosa o Kiko Veneno.
Se nota que todas estas canciones les gustan porque las canta con un entusiasmo y buen gusto que hace que nosotros también las disfrutemos. El clima del disco logra que nos sintamos invitados al living de su casa, donde el uruguayo nos invita a un buen vino y nos improvisa un paseo por la música del mundo.
En "Cara B" Drexler se redime y nos muestra como lo queremos ver y escuchar, sencillo, directo, sensible, casi como el amigo con buen gusto musical que todos desearíamos tener.
Para muestra sobra un botón:
Tracks recomendados: cara a: "Un país con el nombre de un rio"; "Zamba del olvido"; "Soledad", "Sea". cara b: "Gracias"; "Dance with me to the end love"; "Milonga de ojos dorados"y " Zamba por vos"
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