("Sesenta relatos" / "El Colombre", Dino Buzzati) Por uno de esos caprichos del mundo editorial, el nombre de Dino Buzzati a la mayoría de nosotros nos puede llegar a sonar absolutamente desconocido, a pesar de haber sido elogiado por el propio Borges y de ser uno de los preferidos de Italo Calvino. Hasta hace pocos años era imposible leelo traducido al español, exceptuando el “El desierto de los tártaros” o alguna que otra obra aislada.
Por suerte existe también la costumbre en el mundo editorial de, sin razón aparente, empezar a publicar y traducir las obras de autores que hasta ese momento parecían haber caído en el más absoluto olvido.
Este es el caso de Dino Buzatti, quien desde hace unos cinco años esta empezando a ser editado tanto por la editorial Gadir, como por Acantilado, españolas ambas. Si bien este hecho hace que para acceder a dichas obras uno tenga que desembolsar su buen dinero, siempre va a costar mas barato que un curso acelerado de italiano
Los “Sesenta Relatos” y “El colombre” son una perfecta oportunidad para zambullirse de cabeza al mundo del italiano. Dos extensos muestrarios que lentamente nos van dejando conocer las diferentes obsesiones del escritor y sus múltiples facetas.
Desde cuentos pesadillezcos y opresores al mejor estilo Kafkaiano, hasta fábulas con cierta moraleja escondida. Cuentos donde lo mágico se infiltra en la realidad, al mejor estilo de Calvino, pasando por ecos de Guy de Maupassant y Borges.
Sus narraciones podrían separarse en tres grupos básicos, que son reformulados una y otra vez. Por un lado las “religiosas”, pequeñas fábulas que incluyen a santos y a Dios, pero ambientados en un mundo anacrónico, fantástico. Los milagros en ese mundo son algo cotidiano, los ermitaños son seres mágicos, santos. Dios es una presencia constante en la vida de los hombres. A partir de esa premisa se desarrollan historias a veces de humor, y otras veces aleccionadoras.
Por otro lado aparecen los cuentos de suspenso, o terror. Estos en su mayoría tienen como protagonista principal a la guerra o a la revolución. Son presentadas como una gran bestia que se infiltra en la realidad, destrozando todo a su paso; es el Apocalipsis que amenaza constantemente a los protagonistas de las historias. Pero la mayoría de las veces no son nombradas.
Hay un tópico que Buzzati reformula una y otra vez: La guerra y la revolución se aproximan, la gente huye o simplemente se paraliza, incapaz de reaccionar de ninguna forma para evitar el desastre, imposibilitada siquiera de nombrarlo a no ser en voz baja, o con miradas de terror.
Por ultimo los cuentos de realismo fantástico. Una gota sube lentamente una escalera atemorizando a un edificio, cucarachas se vuelven gigantes para vengar a sus compañeras aplastadas, un hombre cansado de su monótona vida se convierte en sapo, un agujero en el subte de Milán deja en evidencia una entrada al infierno, la muerte permite a un soldado ir a despedirse de su madre antes de llevárselo para siempre. Decenas de cuentos parecen planteados en forma de “te imaginas si…”, el autor deja salir su imaginación y nos invita a jugar con las posibilidades que nacen de ella.
Por suerte existe también la costumbre en el mundo editorial de, sin razón aparente, empezar a publicar y traducir las obras de autores que hasta ese momento parecían haber caído en el más absoluto olvido.
Este es el caso de Dino Buzatti, quien desde hace unos cinco años esta empezando a ser editado tanto por la editorial Gadir, como por Acantilado, españolas ambas. Si bien este hecho hace que para acceder a dichas obras uno tenga que desembolsar su buen dinero, siempre va a costar mas barato que un curso acelerado de italiano
Los “Sesenta Relatos” y “El colombre” son una perfecta oportunidad para zambullirse de cabeza al mundo del italiano. Dos extensos muestrarios que lentamente nos van dejando conocer las diferentes obsesiones del escritor y sus múltiples facetas.
Desde cuentos pesadillezcos y opresores al mejor estilo Kafkaiano, hasta fábulas con cierta moraleja escondida. Cuentos donde lo mágico se infiltra en la realidad, al mejor estilo de Calvino, pasando por ecos de Guy de Maupassant y Borges.
Sus narraciones podrían separarse en tres grupos básicos, que son reformulados una y otra vez. Por un lado las “religiosas”, pequeñas fábulas que incluyen a santos y a Dios, pero ambientados en un mundo anacrónico, fantástico. Los milagros en ese mundo son algo cotidiano, los ermitaños son seres mágicos, santos. Dios es una presencia constante en la vida de los hombres. A partir de esa premisa se desarrollan historias a veces de humor, y otras veces aleccionadoras.
Por otro lado aparecen los cuentos de suspenso, o terror. Estos en su mayoría tienen como protagonista principal a la guerra o a la revolución. Son presentadas como una gran bestia que se infiltra en la realidad, destrozando todo a su paso; es el Apocalipsis que amenaza constantemente a los protagonistas de las historias. Pero la mayoría de las veces no son nombradas.
Hay un tópico que Buzzati reformula una y otra vez: La guerra y la revolución se aproximan, la gente huye o simplemente se paraliza, incapaz de reaccionar de ninguna forma para evitar el desastre, imposibilitada siquiera de nombrarlo a no ser en voz baja, o con miradas de terror.
Por ultimo los cuentos de realismo fantástico. Una gota sube lentamente una escalera atemorizando a un edificio, cucarachas se vuelven gigantes para vengar a sus compañeras aplastadas, un hombre cansado de su monótona vida se convierte en sapo, un agujero en el subte de Milán deja en evidencia una entrada al infierno, la muerte permite a un soldado ir a despedirse de su madre antes de llevárselo para siempre. Decenas de cuentos parecen planteados en forma de “te imaginas si…”, el autor deja salir su imaginación y nos invita a jugar con las posibilidades que nacen de ella.
Si bien un tanto desparejo, muchos de estos pequeños relatos de Buzzati alcanzan un grado de calidad tal que uno podría tranquilamente llamarlos clásicos. El talento que posee para poner incomodo al lector solo con insinuaciones, sin nombrar jamás el peligro que acecha; la diversión que transmite cuando simplemente se propone jugar con su imaginación; y su forma de crear mundos mágicos, haciendo que estos nos rodeen por completo, justificarían de sobra tal denominación.
Para muestra sobra un boton...