17 de julio de 2008

Canciones de cuna para pequeños anarkas

("Anem al llit?" Albert Plá, 2002) Después de nuestra reseña de canciones para niños indies y tristes, seguimos con la serie de falsos discos para chicos.

Cualquiera que conozca el resto de la obra de Albert Plá, aquellos que hayan escuchado la variada discografía de canciones anarquistas plagadas de escatología e inconformismo, difícilmente puedan imaginar la posibilidad de que exista entre sus obras algo como ¿Anem al llit?.

Este es un disco extraño dentro de un cantautor extraño. Plá es uno de esos artistas difíciles de encasillar, el tipo de estilos para el cual las etiquetas quedan siempre incómodas. Al escuchar sus canciones uno no sabe a ciencia cierta si es muy inteligente o un sub normal, al verlo actuar en sus exóticas performans cuesta encontrar los límites entre lo serio y lo humorístico y, si tenemos la oportunidad de escucharlo en una entrevista, no vamos a progresar mucho porque oscila entre lo patológicamente tímido y la provocación del que quiere llevar al entrevistador al suicidio. Pero si algo recorre su obra es, sin lugar a duda, la idea de lo lúdico. La mezcla, el desenfado, la curiosidad parecen ser hilos conductores que atraviesan una discografía que incluye desde las rumbas catalanas más punk del mundo (“No solo de rumba vive el hombre”) y hasta un falso disco en vivo donde se parodian las efusiones masivas con una serie de mentirosos aplausos entre tema y tema (Supone fonallosa).

¿Vamos a la cama? (eso es lo que significa en catalán “¿Anem al llit?”) es un disco de canciones de cuna para niños hipersensibles o para adultos con problemas, una colección de temas dulcísimos, mitad en catalán mitad en español, acompañados sólo de una guitarra y algunas flautas ocasionales. Encontramos mezcladas con canciones de cuna, pequeñas historias de infancia contadas desde un lenguaje impecablemente infantil (“Primer amor”) y curiosos catálogos ( de sueños de lo más variados –“Somiatruites”-, de miedos infantiles (“Dorm”) o la entrañable invitación a casa a todos los personajes de la infancia para que espanten a la tristeza, (“Qualsevol Nit Pot Sortir El Sol” un clásico que reversiona”).

Pero el juego ingenuo, el “dale que éramos chicos” no es tan simple como parece, esconde un mensaje más oscuro. Entre nanas y cuentos para dormir, entre melodías tranquilas, y voces arrulladoras se cuelan líneas que nos recuerdan que estamos escuchando un disco de Albert Plá. En su poesía asoma un chico que parece saber demasiado de la vida duerme a su madre con canción de cuna dulce y angustiosa o se esconde entre los soñadores la extraña Laura de quien se nos dice que soñaba cosas tan “terribles que es mejor no saberlas”.

Con sutiles ironías, aún disfrazado de Pipo Pescador, nuestro héroe anarquista no deja de decirnos que afuera, saliendo del disco, está el mundo, que todo sigue siendo una mierda, que a pesar de todo no hay futuro, pero que esta bueno jugar a que podemos, por un rato, quedarnos en la cama haciendo de cuenta que ninguna de esas cosas existen.

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