28 de diciembre de 2008
22 de diciembre de 2008
Aunque nadie nos quiera, siempre quedará Paris...
Algunos lo estábamos esperando con impaciencia y finalmente llegó: el primer adelanto de lo que en febrero será "Years of refusal", el nuevo disco del viejo Morrissey.
Hoy mismo se escuchó por primera vez en la radio inglesa y, por obra y gracia de la piratería, ya lo podemos colgar en De Filias y Fobias para que los amantes del gran Mozz vayan paladeando lo que se viene.
Tras la explosión hormonal de su anterior disco, Morrissey vuelve a sentirse triste y solitario, por eso decide abrazar a París, porque, según dice, solamente el acero y la piedra de esa ciudad aceptan su amor...
No agradezcan, solamente disfruten de esta bella canción....
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8 de diciembre de 2008
El disco del desasosiego
(Manifiesto Desastre, Nacho Vegas) Después de varios experimentos, algunos más afortunados que otros, Nacho volvió a las fuentes y se despachó con una obra cien por cien Vegas. Lo que significa que estamos en presencia de un disco oscuro, áspero, y visceral como los de antaño.
Los intentos de ampliar fronteras grabando un CD con Bunbury –que sólo conformaba a los seguidores de Vegas precisamente en aquellas canciones donde él tomó la batuta- o Christina Rosenvinge –más breve, con más protagonismo de Vegas, por lo tanto más convincente- parecieran no haber resultado del todo exitosos, porque acto seguido sacó el hermético Lucas XV, con canciones autóctonas de su tierra, solamente escuchable para gente de buena voluntad.
Después se tomó un respiro editando un merecido grandes éxitos, y ahora volvió a la creación con un disco clásico de él, pero quizás un poco más directo y literal que de costumbre. Por momentos se aparta de las grandes fábulas e historias que suele contar en sus canciones, volcándose hacia un registro autobiográfico, que paradójicamente suena mucho más tremendo que la más dantesca de sus antiguas narraciones.
Musicalmente no presenta mayores novedades, a no ser por una mayor nitidez y prolijidad, herencia de los trabajos con Bunbury y Rosenvinge. De todas formas lo que predomina es el sonido rugoso y cargado que siempre caracterizó los trabajos de Nacho.
También están los famosos temas “excepción”, como Detener el tiempo o Crujidos, donde sin dejar las letras oscuras, elige un sonido más amable, casi hitero y pegadizo, que puede hacer que en un descuido se termine cantando barbaridades mientras se camina por la calle. Si uno se deja llevar, puede oírse vociferar “Siempre nos quedara, dry martín y sexo anal” (el estribillo de la canción de difusión del disco, Dry martín SA) lo cual no queda precisamente bien.
Pero la mayoría son canciones kafkianas en el clima, como Tercer día o Monduber. El caso más paradigmático es el tema que cierra el disco, Morir o matar, con casi seis minutos de una letra prácticamente recitada con un ritmo minúsculo, e instrumentación mínima, que solo en algunos momentos concretos se vuelve más intensa y le da un tufo pesadillezco que acompaña perfectamente la oscuridad de la letra. Mención aparte merece la canción En lugar del amor: una ranchera escrita “a dúo” entre Nacho Vegas y Fernando Pessoa (algunos versos de la canción están sacados de poesías del poeta portugués).
Puede que no sea su mejor disco, pero “Manifiesto Desastre” seguramente va a terminar muy bien posicionado en su discografía. Lo único que podría criticársele es lo cerrado de su música. Nacho Vegas es uno de esos músicos que encantan o repugnan. Su sonido, sus letras, no son para cualquier oído. Puede resultar asfixiante, e incluso molesto su fatalismo dependiendo de quien lo escuche. Lo que si es claro es que no es un músico de primera oída. Quienes no lo conozcan deberían darle un tiempo, y las escuchadas suficientes como para asimilar el registro musical y literario en el que se mueve el músico asturiano.
Los seguidores de Nacho, sin embargo, seguramente van a mostrarse agradecidos de volver a escucharlo en estado puro: sin diluirse con otros músicos ni esconderse tras el rol de simple intérprete.
Para muestra sobra un boton...
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2 de diciembre de 2008
Teatro ahí nomás
(Berestowoik, Walter Jakob y Carolina Zaccagnini, teatro El Silencio de las Negras) Una obra de teatro que te encierra en una sala de 3x3 con otras 20 personas, actores incluidos. No apta para claustrofóbicos, Berestowoik convierte a los espectadores más que nunca en una cuarta pared, pero con ojos, narices y contorno 3D. Propone ser la mampostería chusma de la casa en que tres hombres se amontonan y, como nosotros, meten las narices en las vidas de los que tienen al lado, muy cerca.
Los Berestowoik son familia servio-argentina, solamente de varones, formada por un tío jugador compulsivo, y dos sobrinos: un enamorado de folletín y un bailarín reprimido que los cuida a todos. En algún momento aparece un terapeuta de jugadores anónimos que interviene en la dinámica familiar y la desordena un poco. No más que eso, esa es la historia.
Todo es ordinario (de común, no de grasa, eh), y también los es el registro de los actores (Marcelo Mariño, Luis Aponte, Walter Jakob y Horacio Marassi) que no tienen la tonalidad clásica teatral que tanto cuesta asimilar a los que no somos asiduos espectadores de esta disciplina. Allí todo es de entrecasa y la forma de decir también.
Aunque no es aburrida, en la obra en realidad no pasan grandes cosas, o si suceden, ocurren en otros lugares que tenemos que imaginar por los dichos de los protagonistas o por sonidos lejanos. Lo que si se nos muestra son actos cotidianos, donde con pequeños gestos, los hombres que viven en esa habitación delatan sus sentimientos y sus cambios existenciales.
El hallazgo de Berestowoik consiste precisamente en el aprovechamiento de la limitación espacial, que obliga al espectador a una inclusión casi impúdica en la escena. Los olores de la comida, desodorantes y medicinas invaden la sala e incluyen sensitivamente a protagonistas y público que en su totalidad forman parte de la puesta.
También tenemos a centímetros los cambios de ropa y de estado de ánimo de la familia, todos estamos expuestos a una intervención involuntaria, aunque más no sea con un estornudo o una respiración demasiado fuerte. Atrapados en la suerte de los que encarnan la historia, se nos encerró en su misma escenografía de todos los días, junto a la repisa, el teléfono, y el grabador con casetes de Beto Orlando y Las Primas.
Por último, un consejo: aunque recomendamos ver Berestowoik, elijan para ir un día en que no haga demasiado calor, la fórmula de amontonamiento teatral puede ser muy efectiva artísticamente, pero puede ser letal en circunstancias donde las altas temperaturas hacen que estar cerca no sea muy bueno.
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