29 de enero de 2009

Hoy ya no soy yo

(United states of Tara, por ahora solo pirateado) Diablo Cody, la prostituta devenida a blooger y luego devenida a guionista de la película indie “Juno” y Steven Spielberg (cualquier presentación sobra) se asociaron para hacer juntos una tele comedia.

Tamaña exhibición de nombres hace que por lo menos le prestemos algo de atención a lo que estos dos tienen para ofrecer, que es, nada más ni nada menos, “United states of Tara”.

Llevan adelante la serie una mujer cuarentona, bastante chiruza (Toni Collete, la de "El casamiento de Muriel"), con dos hijos adolescentes y un marido bueno y que está bueno (John Corbett, Adam de "Sex and the city"). Pero la enumeración de los personajes no dice mucho hasta que no se conoce el conflicto: la madre de esta familia típica americana, ante cualquier situación de mediano stress, muta de personalidad, cual el increíble Hulk, y se convierte en otra persona, con sexo, edad, vestuario y nombre distinto.

En primer capítulo se puede ver a Tara, por ejemplo, volviéndose una adolescente bastante trolita y un símil camionero de Moyano. Por ahora, su familia acepta con bastante naturalidad el transformismo psicótico maternal, pero se sospecha que semejantes cambios van a traer problemas con el transcurrir del tiempo.

El piloto es bastante divertido y ya se pueden anotar como puntos a favor las buenas actuaciones, la profundidad de los perfiles en los personajes sobre todo de los chicos y los diálogos y afilados, marcas registradas de Diablo Cody. Ya veremos como continúa.

Para empezar acá y acá, de Filias y Fobias les deja los links para que bajen los dos primeros capítulos y acá los respectivos subtítulos en castellano, para que prueben ustedes mismos si alguna de las mil caras de Tara les cae simpática.

21 de enero de 2009

Cine con moraleja en el San Martín

Los que gustan de las películas de gente charlando, pueden darse una vuelta por la sala Leopoldo Lugones del San Martín. Desde el 21 de enero y hasta el 28, allí tiene lugar el ciclo "Rohmer, juegos de la seducción".

Aunque algunas de las películas ya se exhibieron en otros ciclos del Malba y del propio San Martín, esta edición trae dos novedades para quienes tienen más o menos vista la filmografía de Eric Rohmer: dos cortos nunca estrenados en nuestro país y un documental, suerte de making-of, de los Cuentos de Otoño.

"Charlotte y su filete" es la primera obra del francés, en la que una mina le histeriquea al mismísimo Jean-Luc Godard versión ultra púber, durante el tiempo en que tarda en cocinar y deglutirse una churrasco. El otro corto, "Nadja en París" es una suerte de guía turística de la bohemia parisina vista a través de los ojos de una servia.

Igualmente, y más allá de lo nuevo, conviene darle una repasada a la obra de esta figurita rara de la nouvelle vague gustoso de las encrucijadas entre el deseo y la culpa. Con los permisos de ocio que trae el verano, vale la pena por un rato dejarse enredar por los dilemas morales de sus protagonistas, volver a comer un polvorón con la panadera de Monceau o contener las ganas de pegarle un empujón al barbudo cuarentón, para que deje de mirarle la rodilla a la niña Clara y, de una vez por todas, sucumba al pecado y pase del vouyerismo a la acción.

(Para más datos burocráticos tales como nombres, direcciones y horarios, la programación completa, haciendo click acá)


17 de enero de 2009

mariolevrero.blogspot.com

(La novela luminosa, Mario Levrero. Ed. Mondadori 2008) Si es necesaria una prueba para incluir a Mario Levrero dentro del grupo de escritores uruguayos conocido como “los raros”, La novela luminosa es la oportunidad perfecta para encontrarla.

El primer síntoma de “rareza” que tiene este libro póstumo del uruguayo, es su historia. Levrero empezó a escribirla allá por los años ochenta, pero solo avanzo un par de capítulos antes de abandonarla. Hasta que en el 2000 decidió presentarla para una beca, que le permitió tener la comodidad económica para terminarla.

La primer parte del libro es una bitácora del año en el que estuvo becado para escribir esta obra. La segunda parte (un tercio del total de las páginas) es la Novela luminosa misma, que lejos de ser tal, es mas bien una suerte de ensayo autobiográfico. En él Mario Levrero nos cuenta distintas “experiencias luminosas” que lo hicieron conocer lo que el llama una nueva dimensión, y a largo plazo, creer en Dios.

Es en este punto donde viene a filtrarse el segundo síntoma raro del libro. Una descripción como la que se acaba de hacer, podría hacer pensar que esta bitácora del proceso de escritura es una suerte de relleno, un complemento accesorio o dicho malamente: un robo para sumar páginas. Pero en realidad es el centro del libro.

Poco o nada terminan importando las revelaciones místicas de Levrero. Lo que uno retiene al terminar la lectura son las pequeñas anécdotas, sumamente cotidianas y a priori intrascendentes, que minan la escritura del diario. Y no precisamente por la importancia de lo narrado, sino por el estilo que presenta este “otro” Levrero.

Seria un error limitarlo al concepto de diario. No es una escritura privada, apuntada hacia uno mismo. Es una escritura mucho más cercana –y adelantada- al concepto de blog. Una escritura personal, con cierta pretensión literaria, pero con una informalidad e inmediatez que logra que uno se identifique mucho más con el escritor.

Son crónicas sobre su día a día, con el proceso de autodisciplina que se impone para lograr la escritura de la novela como principal eje, pero no único. Varios hilos, pequeños cuentos, se van entretejiendo a lo largo del diario: la historia de una paloma muerta y su viuda en una terraza cercana a la ventana, el final de una relación amorosa o la simple (o no tanto) instalación de un aire acondicionado, por citar algunas.

Luego de la bitácora, comienza La novela luminosa propiamente dicha, que abandona la estructura de diario, pero mantiene el tono distendido y autobiográfico. Es un poco más irritante que la primer parte del libro, porque intenta muy solapadamente dejar una enseñanza. Como ironiza constantemente sobre esa misma intención, y mantiene el tono jocoso, se le podrían perdonar esos lapsus de viejo vizcacha.

De todas formas dentro de la novela propiamente dicha, hay otra subdivisión, al menos estilística. Esta generada por la brecha de escritura de 20 años entre los primeros y los últimos capítulos. Los primeros hacen recordar mucho mas al charrúa kafkiano de “La ciudad”, “El lugar” o “Aguas Saladores”. Es mucho más oscuro y pervertido. Las experiencias son truculentas, y muy ligadas al sexo.

En cambio, los dos últimos, escritos durante la beca, están mas próximos a la bitácora. Son directos y claros. Las anécdotas “luminosas“, lejos de ser sueños extraños, están compuestas por observaciones pacientes. Es prácticamente igual a la primera mitad del libro, salvo porque en esta oportunidad se centra alrededor de un solo tema, y evoca recuerdos exclusivamente de su pasado.

Pero mas allá que en lo estructuralmente extraño que llega a ser el libro, se vuelve muy fácil de leer gracias a la personalidad atrapante del propio Levrero. Sumamente querible y original en su forma de ver e interactuar con la realidad. Es bueno saber que la editorial Mondadori no solamente reedito este libro, sino que planea reeditar al menos dos mas. Para quienes hemos buscado hasta el cansancio en ferias algún ejemplar, esta noticia es una suerte de milagro.

12 de enero de 2009

Tristezas del cercano oriente


(El baño del Papa, César Charlone y Enrique Fernández) Es difícil hacer una película sobre un tema social sin caer en el sermón, ni en el panfleto ni en la mirada de antropológica condescendencia. El baño del Papa, la película dirigida por los uruguayos César Charlone y Enrique Fernández, logra poner el tema de la pobreza y la exclusión en un raro territorio a salvo de todos estos lugares comunes.

La historia es sencilla, en Melo, un pueblito pegado a la frontera brasilera que sobrevive del contrabando hormiga y poco más que eso, empiezan a llegar noticias de que el Papa, en su visita a Uruguay va a pasar por allí, y que se espera que lleguen 250 mil personas para el evento. Todo el pueblo proyecta hacer el gran negocio con la venta medallitas y banderas blanco-amarillas y por supuesto, prevé parvas de choripanes, empanadas, bebidas y otras comidas para alimentar a los fieles. Pero Beto, el ultra uruguayo protagonista, en un momento de iluminación, entiende que el negocio inexplorado está a la otro punta del recorrido digestivo y. que lo que verdaderamente va a sacarlo de la pobreza es instalar un baño y alquilarlo temporariamente para las urgencias de los peregrinos.

La historia, simple y despojada, está muy bien contada y la realización es excelente. La fotografía es de Charlone, quien desempeñó ese rol en Ciudad de Dios (por el que fue nominado a un Oscar) y también de las otras películas de Fernando Meirelles, productor asociado en esta película. El director aprovecha esa experiencia en mostrar bellamente lo feo y capitaliza inteligentemente las posibilidades de las tristes casitas de chapa, decoradas como se puede, y con ambientes divididos por telas, para interesantísimos juegos de texturas y luces que sorprenden para bien.

El Baño del Papa parece haber aprendido tanto las lecciones del Neorrealismo italiano como de las novelas picarescas del Siglo de Oro. De los primeros aprendió a contar una historia tan melodramática como humorística, que deja un gusto amargo pero que se permite la liviandad y el buen humor sin que esto sea un problema. De la picaresca, aprendió a construir personajes donde el sentido práctico se vuelve un recurso simpáticamente creativo y pero los expone a situaciones éticamente peligrosas. Lo que podría haber sido una fábula moral o un manifiesto sobre la dignidad del pobre, escapa en todo momento de lo esperable. Los personajes, aunque innegablemente entrañables, son complejos, con muchas capas, y de ninguna manera se ahorran oscuridades. La dupla de directores convocó a un pequeño elenco de actores profesionales y los hizo interactuar con lugareños de Melo. Las actuaciones de la familia protagónica son impecables y ayudan a explotar esta profundidad en el armado de los personajes, pero contrasta un poco con los personajes secundarios que, aparecen como simples roles un poco incompletos y, en ciertos casos, como en el del policía de aduana, un tanto estereotipado.

Con sus aciertos y sus debilidades, sin caer en un mensaje miserabilista y sin regodearse en el paisaje de la pobreza, El baño del papa elige contar una historia sobre gente, sobre mujeres de mate en mano y hombres de bigote reglamentario. Una historia sobre gente y los 15 minutos en que sueñan que pueden salvarse.

2 de enero de 2009

En la red ya estamos todos

No es un información que interese a mucha gente, pero se sabe que cierta parte del staff de De Filias y Fobias es confesa y consecuente fan del gran astro, nunca lo suficientemente reconocido, Lloyd Cole. Por eso, nos vemos en la obligación de dar cuenta, cual profetas de la Buena Noticia, de la aparición en el ciberespacio de la nueva página de internet del cantante inglés.
El bueno de Lloyd ya tiene on-line un producto ultra artesanal en el que muestra al universo, que se obstina en darle la espalda, su producción musical y su imagen de perfecto songwriter británico.

Además de conocer su discografía completa y de escuchar muchas de sus destacadas canciones, quienes hagan doble clic en el sencillo dominio http://www.lloydcole.com/ podrán ver fotos de Cole desde su más brillante juventud de rocker glam hasta sus actuales días de circunspecto cincuentón. Las fotos están cuidadosamente clasificadas por épocas, edades y cortes de pelo.

El cantante asegura que el contenido de la página fue producido personalmente, y que las fotos allí colgadas fueron extraídas de su archivo personal. También, devoto de la honestidad brutal, y siempre con la caballerosidad que lo caracteriza, Lloyd pide disculpas por las imperfecciones técnicas que puedan tener las imágenes escanéadas a mano y por algunas huellas digitales que quedaron marcadas, las que autoriza, a quien sepa hacerlo, a sacar mediante el arte del photoshop.
Sin embargo, el contenido más jugoso de su página es el weblog. Allí en la sección “Ask Lloyd” los fans de todo el mundo pueden plantearle sus dudas existenciales y obtener una respuesta rápida y segura del ídolo. También, en otras partes, Cole comparte con el público recomendaciones gastronómicas, literarias y musicales de experiencias que recoge en sus interminables giras alrededor de Europa y Estados Unidos (nunca Argentina, por supuesto).

En definitiva, quienes deseen darse una zambullida de principio de año en el sofisticado mundo de este artista de culto, péguense una visita por su sitio web y síganlo, que, les aseguramos, Lloyd Cole no los va a defraudar.