12 de enero de 2009

Tristezas del cercano oriente


(El baño del Papa, César Charlone y Enrique Fernández) Es difícil hacer una película sobre un tema social sin caer en el sermón, ni en el panfleto ni en la mirada de antropológica condescendencia. El baño del Papa, la película dirigida por los uruguayos César Charlone y Enrique Fernández, logra poner el tema de la pobreza y la exclusión en un raro territorio a salvo de todos estos lugares comunes.

La historia es sencilla, en Melo, un pueblito pegado a la frontera brasilera que sobrevive del contrabando hormiga y poco más que eso, empiezan a llegar noticias de que el Papa, en su visita a Uruguay va a pasar por allí, y que se espera que lleguen 250 mil personas para el evento. Todo el pueblo proyecta hacer el gran negocio con la venta medallitas y banderas blanco-amarillas y por supuesto, prevé parvas de choripanes, empanadas, bebidas y otras comidas para alimentar a los fieles. Pero Beto, el ultra uruguayo protagonista, en un momento de iluminación, entiende que el negocio inexplorado está a la otro punta del recorrido digestivo y. que lo que verdaderamente va a sacarlo de la pobreza es instalar un baño y alquilarlo temporariamente para las urgencias de los peregrinos.

La historia, simple y despojada, está muy bien contada y la realización es excelente. La fotografía es de Charlone, quien desempeñó ese rol en Ciudad de Dios (por el que fue nominado a un Oscar) y también de las otras películas de Fernando Meirelles, productor asociado en esta película. El director aprovecha esa experiencia en mostrar bellamente lo feo y capitaliza inteligentemente las posibilidades de las tristes casitas de chapa, decoradas como se puede, y con ambientes divididos por telas, para interesantísimos juegos de texturas y luces que sorprenden para bien.

El Baño del Papa parece haber aprendido tanto las lecciones del Neorrealismo italiano como de las novelas picarescas del Siglo de Oro. De los primeros aprendió a contar una historia tan melodramática como humorística, que deja un gusto amargo pero que se permite la liviandad y el buen humor sin que esto sea un problema. De la picaresca, aprendió a construir personajes donde el sentido práctico se vuelve un recurso simpáticamente creativo y pero los expone a situaciones éticamente peligrosas. Lo que podría haber sido una fábula moral o un manifiesto sobre la dignidad del pobre, escapa en todo momento de lo esperable. Los personajes, aunque innegablemente entrañables, son complejos, con muchas capas, y de ninguna manera se ahorran oscuridades. La dupla de directores convocó a un pequeño elenco de actores profesionales y los hizo interactuar con lugareños de Melo. Las actuaciones de la familia protagónica son impecables y ayudan a explotar esta profundidad en el armado de los personajes, pero contrasta un poco con los personajes secundarios que, aparecen como simples roles un poco incompletos y, en ciertos casos, como en el del policía de aduana, un tanto estereotipado.

Con sus aciertos y sus debilidades, sin caer en un mensaje miserabilista y sin regodearse en el paisaje de la pobreza, El baño del papa elige contar una historia sobre gente, sobre mujeres de mate en mano y hombres de bigote reglamentario. Una historia sobre gente y los 15 minutos en que sueñan que pueden salvarse.

4 comentarios:

J. S. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
J. S. dijo...

Totalmente en desacuerdo. Incluso leyendo la reseña se pregunta si vimos la misma película. En lo único que coincidimos es en que la fotografía es buenísima.
El guión y el desarrollo de la historia son unos asesinos que se encargan de arruinar una “anécdota” que podría haber sido aprovechada mucho mejor. Los personajes son obvios y estereotipados. Están la mujer resignada a la pobreza y a su marido miserable, que funciona a la vez como la “conciencia” y la “razón”. Esta el marido miserable que se desloma por su familia pero no la comprende, y se limita a emborracharse. Esta la niña que sueña con irse a otro lugar para vivir en una realidad ideal. Y esta el pueblo de “pobres” simplificados al extremo limitándolos a una bola de ignorantes ingenuos. Esta el “un poco menos pobre”, o “el rico del pueblo” que se encarga de estafar a los pobres ingenuos.
La historia, la más obvia del mundo. Una premisa que permitía salir para cualquier lado, sorprender, esta totalmente desaprovechada. Sigue el curso que uno ve venir desde que empieza la película (mas aun, desde que ve el resumen del argumento en el diario).
Y por último, pero no por eso menos grave, ES LA ORQUESTA DEL GOLPE BAJO. Si Charlone trabajo también en ciudad de dios, le pudo haber acercado un par de “tips” al guionista de esta película, para que se enteren que se puede conmover usando un camino más complejo y menos obvio.
Un desastre de película, que intenta mostrar una faceta que no suele verse de la sociedad, pero que una vez que la enfoca, no puede ver demasiado más allá de lo obvio.

Cecilia Simeoni dijo...

¡Totalmente en desacuerdo con tu desacuerdo!
La historia es simple, sí, pero creo que es una virtud dentro de una estética demasiado Universidad del Cine poder quedarse contando una historia simple, sin estructuras extrañas, sin juegos corales ni nada por el estilo, sólo una historia.
Los personajes no me parecen simples para nada. De hecho creo que lo interesante es que no son totamente planos. Si hubiera sido la historia del tipo ilusionado que lucha por su sueño hubiera sido una de Hollywood, este es un tipo "bueno" pero que a veces lo superan las circustancias e incluso transa con el "enemigo". Su mujer no es conciencia, no está resignada, se suma al sueño, pero impone su punto de vista, tiene su propio sueño realista con sus ahorros, pero puede jugar a que se van a salvar lo mismo. Sí el personaje del policia es plano, ahi coincidimos.
El concepto de golpe bajo es dificil y creo que hay que pensarlo un poco. Hay que preguntarse con qué fin está puesto, porque creo que algo sea sensibilizador no implica necesariamente que represente un golpe bajo. Porque si tenemos que descartar todo "golpe bajo" cinematográfico habría que deshacernos de De Sica (y de casi todo el Neorealismo italiano) abobinar de Haward Hanks y escupir a Ripstein. Si el melodrama viene a dar una lección de vida o a predicar sobre lo mal que está la gente, es una pelicula de HAlmark, pero si se cuenta una historia triste, tienen que decirse o mostrarse cosas tristes, puede no gustarte ese tipo de películas, pero eso en particular no las invalida. HAy tambien cierta tilinguería, cierta superación supuestamente racional que pretende crear en las obras una suerte de pudor sensible. Viene bien una dosis de meledrama después de tantas películas donde personajes palermitiados parecen estar anémicos y anestesiados ante todas las desgracias del mundo.

J. S. dijo...

Usar los errores de grandes peliculas (o generos) para defender los errores de obras menores, es un recurso bastante triste.
Una cosa es usar una historia simple para construir algo complejo. Algo muy diferente es quedarte en lo simple.
Es decir: Es simple, es obvia, es estereotipada, ¿cual es el merito?.
Se puede perdonar la simpleza si a partir de elementos simples para construir algo mas. Desde lo que no se dice, si queres. O quien sabe... pero es un argumento valido. Pero esta pelicula se encarga de decir todo, no deja nada a la imaginacion.

Por ultimo, me parece mucho menos grave el "pudor sensible" de tilingo palermitano, que la "conciencia social" del pollo de zona norte. Ir una vez cada tanto a ver una pelicula sobre uruguayos de la frontera que se revuelcan en la miseria no te hace un ser "comprometido socialmente". De hecho, ese es el objetivo obvio de la pelicula.