Pero, frente a la pantalla, la primera película de ficción de Cohen-Duprat (creadores de Televisión abierta que venían acercándose al cine con un par de proyectos experimentales y el documental Yo presidente) sorprende para bien. El guión es muy sólido y alterna entre el minimalismo y un tono zumbonamente irónico (pero no abiertamente paródico) que divierte y no pesa, crea más preguntas de las que cierra y no desciende nunca a la facilidad emotiva. Esto se ve especialmente en la definición de los personajes, que hacen poco y dicen menos (en el caso de Laiseca sólo “puchos”) y deja de esta forma abierta la puerta para que los límites morales de sus actos corran por cuenta del espectador. La dirección de actores es funcional en este sentido ya que los espacios vacíos de palabras son llenados generosamente con actuaciones físicas por demás expresivas. Sí Pángaro está muy acertado (dijo haberse inspirado en Riquelme y en su distancia emocional), los laureles hay que dárselos a Laiseca que construye verdaderos monólogos interiores con miradas y con los movimientos de sus manos.
En contra habría que nombrar, necesariamente, ciertos rasgos que recuerdan, demasiado por momentos, a “Desde el jardín” ("Being There", Hal Ashby) y su estúpido convertido en referente de la alta cultura. Y también una virtud que se vuelve en contra: una voluntad excesivamente marcada de filmar de forma bella. La super abundancia de planos fijos y la construcción minuciosa de los encuadres, aunque al principio cautiva por la belleza, pronto fatiga y hace pensar que estos dos directores necesitaban dejar muy claro que, aunque su cuna fue la tele, también saben filmar bonito.
2 comentarios:
genial esta peli. Si tuviera menos planos "bellos", te quejarías de que parece hecha para televisión...
no necesariamente. Me gustó mucho, pero me parece que abusan de lo estetizado y eso hace que se sienta poco relajada.
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