30 de agosto de 2007

Veo gente muerta...

En estos días agita Buenos Aires una muestra que presenta cuerpos humanos momificados a través de un proceso químico y los exhibe en el shopping del Abasto. Body exhibition BS AS pretende ilustrar sobre los secretos que el cuerpo tiene dentro para educar a quienes ignoramos todo sobre anatomía. Los medios, las vecinas, los ascensores claman por la novedad y lo controversial del espectáculo. Pero lo que la mayoría ignora es que una muestra similar tiene lugar, desde hace un siglo, a pasos de su casa: El museo de la morgue judicial.
No es fácil entrar, hay que sortear filtros que eliminan a curiosos y escandalizadores. Pero si se tiene la constancia para hacerlo y se logra convencer a los censores de que el interés es justificado, acompañados por un Virgilio de guardapolvo se nos pueden abrir las puertas.
En lo que era el aula magna de la vieja facultad de medicina, vitrinas muestran en frascos con formol cabezas, torsos, manos y genitales que revelan los daños de muertes violentas. Junto a cada cuerpo (o fragmento) una ficha tipeada en máquina de escribir relata la causa de la muerte. Lo llamativo es que estas descripciones no son, como podría esperarse cuadros clínicos en lenguaje técnico; sino que, sin ahorrar amarillismo, se nos cuenta con lujo de detalles la vida del difunto y las circunstancias de su muerte.
El guía nos explica que se trata en su mayoría de inmigrantes que llegaban solos al país y nadie reclamaba. Entonces, el afán didáctico de un Estado en plena estructuración (el museo se formó entre 1908 y 1920) aprovechó sus cuerpos para educar sobre la moral.
El mensaje que trasmite el museo de la morgue es muy distinto al de Body exhibition. Si aquí en lo que se hace hincapié es en lo material, en el cuerpo como mecanismo, este antiguo museo lo piensa como el continente de las almas.
La organización de las vitrinas dice mucho al respecto. Los suicidas que no supieron quererse, los incautos que no supieron cuidarse, los perversos a los que su entorno o su placer llevó a la perdición, cada uno tienen su espacio. Los inocentes, bebes y no natos malogrados por los vicios paternos, se agrupan por otro lado. Cada una da su mensaje, su enseñanza. Pero todas parecen gritarle al atemorizado espectador que entra a este viaje a la moral de principios de siglo XX su lección de vida: “Quien mal anda mal acaba”.

Bocadillos lúgubres: las estrellas del museo de la morgue.

-Una numerosísima colección de hímenes (intactos!!)
-El sodomita que pagó con sus intestinos no medir bien el palo de una escoba.
- Varios miembros viriles tatuados: un dibujo de una palomita y “buen viaje” muestra uno, “lindo para tu culito” otro más inspirado.
- Gran número de giles: desde el que fue partido al medio(literalmente) por un cartel mientras caminaba por la calle, hasta el que pensó que no necesitaba manopla para agarrar un acero al rojo.
-Un detalle que roza lo poético: junto al torso de un hombre que trabajaba como modelo de arte, se lee que, llamativamente, el cadáver quedó con una agradable expresión en su cara.

27 de agosto de 2007

Sudado, brioso y en camiseta


(Live Free or Die Hard. Len Wiseman) Fiel a la tradición de Hollywood, la nueva Duro de Matar hace uso y abuso del viejo del recurso de adoctrinar a la población entre tiros, explosivos y pochoclo. En el presente inmediato, unos terroristas malos, muy malos, amenazan la paz del norteamericano común cuando de golpe dominan todas las computadoras del país y provocan el caos generalizado. Ante semejante problemón, todo “El Sistema” colapsa y el destino de miles de personas queda en manos de los particulares, en este caso, el enérgico policía John McClane y un púber hacker. No hace falta ser muy sagaz para leer rápidamente la línea que baja la película: “ciudadano yankee promedio, hay veces que el Estado no puede protegerte, entonces, aunque no te guste deberás salir tú (si, tú, porque en las películas todos hablamos de tú) a poner el cuerpo e ir valerosamente a una guerra (podría ser Irak, no?), a defender tu estilo de vida, porque, si no lo haces, El Mal primero cortará tu servicio de banda ancha, luego descalabrará el orden de la ciudad en que vives, más tarde hará explotar todo lo que conoces, se llevará tu dinero, y por último, si todo esto no resulta bastante terrible, irán por tus hijos”.
Si viviéramos en el lejano país del norte, semejante manipulación ideológica nos llevaría sin dudar a empuñar las armas, pero por suerte, a nosotros, insignificantes sudacas, todo este discurso nos importa un bledo. ¿Qué pueden hacernos los terroristas estos que nos lleve a sacrificar nuestra seguridad personal y salir a guerrear? No pueden cortarnos los semáforos y provocar un infierno de tránsito, porque eso ya lo tenemos. Privarnos de la red de gas y luz son detalles en el país de la crisis energética y los apagones. ¿Hacer explotar todo y sacarnos la plata? Para eso solo dos palabras: AMIA y corralito. Entonces, por una vez, la suerte nos favorece. Podemos disfrutar de Duro de Matar 4.0 sin pruritos de bienpensantes y entregarnos sin pudor al divertimento puro de intrigas simples, tiros, fuegos y peligros a toda máquina. Además, valorar lo que realmente es importante: Bruce Willis, machote sudado y brioso que, en camiseta, pega y desafía solo al universo del mal. Se nos permite admirar sin otras distracciones al policía mal llevado que faja, se ríe de los villanos y se ablanda solamente frente a la suerte de su indefensa hija en peligro; permanecer con la boca abierta ante el derroche de valor y hombría del héroe. De tan sufridos que somos, nadie nos puede mandar a matar o morir y eso nos hace impunes para el disfrute sin culpas.
Aprovechemos entonces la oportunidad de que por una vez el sur está en mejores condiciones que el norte, y gozar por fin de la inigualable alegría de salir del cine, después de hora y pico de pura diversión, sin haber fatigado ni una de nuestras neuronas.

26 de agosto de 2007

Peligroso Bochatón


(Tic-Tac, Francisco Bochatón) Sin previo aviso, y sorprendiendo a más de uno, Francisco Bochatón sacó a la calle su nuevo disco, que continúa la tendencia de repunte que ya había empezado con “La tranquilidad después de la paliza”.
Es un disco entrador, que se aleja definitivamente de los sonidos casi barrocos que caracterizaron a “Cazuela” o “Hasta decir palabra”, y se entrega a un pop rock puro, donde repone lo mejor de los Peligrosos Gorriones y de su carrera solista. Esto lo convierte en el CD ideal para quienes nunca se acercaron a escucharlo.
Se podría decir que las guitarras eléctricas de Kabusacki son las protagonistas en el noventa por ciento de las canciones y no es una casualidad. Desde que él se unió a la banda estándar, el sonido de Bochatón, tanto en recitales como en las grabaciones, mejoró notablemente, solucionando a medias la cruz que Francisco Bochatón lleva a cuestas desde el principio de su carrera: La desprolijidad. Pero lo soluciona sólo en parte porque sigue estando la “sana” costumbre de no afinar que tiene el muchacho.
Ese detalle, que si bien es bastante molesto y por momentos arruina canciones que bien cantadas podrían ser mil veces mejor, no es el problema más grave de este disco. El verdadero problema lo tienen quienes ya tienen escuchado a Bochatón. Este CD puede sonar demasiado conocido o repetitivo a quienes con dedicación vienen siguiéndolo desde Peligrosos Gorriones.
Es que la reposición de los sonidos por momentos es realizada de forma literal. No se limita a recuperar un estilo sino que evidentemente recupera su libreta de notas. Porque hay acordes y melodías completas “robadas” de otras canciones. A su favor hay que decir que todas las canciones son versiones mejores que las originales, pero es preocupante pensar que haya puesto el piloto automático al momento de componer.
Son trece canciones, donde abundan los sonidos tranquilos, con letras tiernas y nostálgicas, como “Por una flor”, “Piensa en mi” o “Se irá con vos”. Pero también hay momentos de rock más puro, por ejemplo en “Talones para arriba” o en “Elemento enigmático”, donde Kabusacki termina de lucirse y Bochatón de desafinar; y temas más pop clásicos, como “Balvanera” o “Tu voz se va”. Incluso se da un gusto e incluye el pseudo reggae “Perfume Parpadear”.
La presentación del disco nos vuelve a plantear la propuesta, algo extraña pero propuesta al fin, de Bochatón contra la piratería: Comprás un disco, pero te llevás dos. Lo malo es que el segundo disco viene sin caja, aunque en este caso mucho no se pierde. El arte de tapa se limita a un cartón con un diseño para nada memorable: apenas un par de fotos, unos dibujos intrascendentes y la lista de temas.
En definitiva, este disco de Bochatón, y este momento en general de su carrera, tiene mucho olor a bisagra. Es alentadora la mejoría en la “nitidez” al momento de tocar, y el regreso a la simpleza en las canciones podría hacer que mucha gente se acerque a escucharlo. Pero si el “auto homenaje” se repite en los próximos discos, y decide no ofrecer nada nuevo, puede llegar a aburrir y a alejar a esa misma gente que en un primer momento decida empezar a escucharlo.



No es por decir pero...
... he ahi la cuestion.

*¿Cuándo será el día en que Bochatón tome unas intensivas clases de canto para que uno pueda recomendarlo sin miedo a hacer el ridículo?.
*¿Es necesario que en todas las letras Bochatón se haga el pobrecito? ¿Cuánto más piensa explotar su imagen de loser total?
*Hablando de letras… ¿será parte de la vagancia compositiva que le agarró en este disco? ¿O es idea mía que no se sentó demasiado a laburar las letras?

22 de agosto de 2007

Por siempre Mujercitas



(Cuentos, Liliana Heker, Alfaguara) A lo mejor sí existe la literatura femenina, pensamos al leer a Liliana Heker. Hartos de la crítica de género que confunde ética con estética y de hordas de escritoras para quienes Corín Tellado es el Corán y Poldy Bird es Mahoma, quizá quede alguna posibilidad para repensar esta categoría entre ridícula y arbitraria. Con sus cuentos, Heker nos franquea el acceso a un mundo de mujeres reales y complejas donde el imaginario de novela rosa persiste, pero como una lejana banda de sonido, como una zanahoria que moviliza a las protagonistas pero para terminar chocándose de nariz con una realidad sin happy end. En Heker las mujeres etéreas y doncellas revalidas están convenientemente neutralizadas por un baño lisérgico, las Alicias rompen el espejo y, a las Cenicientas, el hada madrina les convierte en zapallo la carroza. Entiende la mirada femenina como una forma oblicua, irónica y compleja de ver la realidad. El suyo es un universo poblado de madres, hijas, amigas, esposas, con el humor cambiante que sólo puede justificar el síndrome premenstrual. Ni buenas ni malas, incorregibles.
Párrafo aparte merecen los cuentos de infancia. Es poco común que la literatura se ocupe de las nenas (obviamente están las de Silvina Ocampo, pero esas son otro tema). Heker nos cuenta a las nenas que eligen sentarse en el último banco y no leer Mujercitas, y las construye con una delicadeza y un sentido de realidad que no puede dejar de conmover a quien fue peinada con trenzas y jugó en el recreo al elástico.
Podemos decir que Heker hace literatura de mujeres como podemos decirlo de Puig. El punto de vista, los discursos, las problemáticas y los personajes femeninos son una excusa donde descansan estructuras sólidas y un astuto trabajo sobre la palabra. Hablan sobre mujeres pero podrían hablar de ingenieros o de húngaros. Eligen disfrazarse con estas ropas para contarnos algo. El atractivo de su literatura no está tanto en las mujeres en sí, sino en la inteligencia del ojo que las mira.

No es por decir pero…
- Ya sabemos, Liliana, que tenés muchos amigos notables. ¿Pero era necesario dedicarles un cuento a cada uno con nombre y apellido?
- “La sinfonía pastoral” cuenta su triste historia desde la sensibilidad de quien acostumbra pagar el gimnasio para ir sólo la primera clase. En el límite de convertirse en un chiste de Maitena.

21 de agosto de 2007

Demasiado ego

(Viaje por Scriptorum. Paul Auster. Anagrama). Paul Auster decidió que a esta altura de su carrera se lo merecía, y planeó una fiestita en su honor. Para eso invitó a Cervantes y a Kafka (dos de sus autores preferidos), a los personajes de sus anteriores novelas y, con entrada paga, a nosotros sus lectores. A fin de animar la celebración agregó algún que otro borrador inconcluso y escribió un libro en el que sólo se divierte el homenajeado.
Viaje por Scriptorum es una alegoría un poco obvia de la sacrificada tarea literaria. Trata de un viejo que, como en El Proceso de Kafka, han encerrado por razones desconocidas en un cuarto. Durante la novela, se presentan en su reclusión personas que el anciano parece conocer y que lo juzgan por la influencia que ha tenido en sus vidas.
A pocas páginas de avanzar con la historia, si no se está demasiado distraído o aburrido, quien leyó un par de libros de Auster se da cuenta de que cautivo es el propio escritor y las visitas son sus personajes de ficción más conocidos.
Pero el verdadero problema lo tienen quienes no hayan sido lectores de Auster o los que olvidan fácilmente argumentos y nombres propios: todos estos se quedarán afuera del guiño autorreferencial y tendrán que soportar una obra vacía para llegar al único chiste a su alcance, el final a toda orquesta donde Paul se hace el vivo y justifica todo lo escrito. En las últimas páginas, el escritor más famoso de Brooklyn, hecha mano al truco del Quijote y juega a las cajas chinas ficcionales, donde escritores y personajes se confunden y desdibujan los límites entre lo verdadero y lo imaginario.
Todo suena muy triste, como esas bandas que ya están aburridas de hacer nuevas canciones y editan los “grandes éxitos” para dejar tranquilos a los fans y a la compañía discográfica. No se sabe si a Auster se le acabaron las ideas, si está ocupado haciendo cine o si se siente demasiado cómodo mirándose el ombligo. Por esta vez podemos perdonarle el pecado de vanidad, pero esperemos que no se le haga hábito, sería una lástima.

17 de agosto de 2007

"El pis es la parte punk del disco"

Juan Ignacio Serrano se sento a chatear con nosotros sobre su heteronimo "Juanito el cantor", y este es el resultado:
¿Quién es Juanito el cantor?
Como yo lo entiendo al menos hoy en día es el niño en confrontación con el adulto, la lucha entre esas dos manifestaciones del mismo ser. Desde la poética podríamos mostrarlo de la mano de dos frases del disco. Podríamos decir que va de "Voy a volver a juntar las figuritas, pero esta vez no voy a cambiar el álbum por la pelota" hacia "Una flor entre las manos es más que una montaña de cosas costosas sin valor". Con respecto a la estética, el disco, desde las melodías, ahonda en colores naif con reminiscencias infantiles, aunque construidas sobre la estructura de la canción pop, con colores Folk y arreglos de guitarra traídos de la escuela de la guitarra clásica.
¿Considerás a Juanito un personaje? ¿Te encontraste creándolo, limitando tus letras en pos de un "Juanito" más creíble?
Sí, me propuse ciertos límites. Al Juanito de "12 canciones..." lo limité desde la crítica socio-política, por ejemplo, porque el mensaje apunta hacia algo más universal. Creo que a algunas personas les choca porque esperan que uno se "comprometa" desde ese lugar y si no es así uno es un artista "descomprometido". Yo quise romper con esa idea. Creo que el compromiso con la verdad es el único compromiso que hay que tener.
¿Hay una evolución en el disco? ¿Hay una historia q avanza entre tema y tema?
Hay un hilo de discurso a lo largo del disco, pero que no llega a ser "una historia", sino más bien el desarrollo de un concepto. Los temas están en un orden específico porque la idea es conducir desde el adulto conflictuado hacia el niño enamorado y humanista.
Una especie de "inmersión" en el niño..... Sin embargo “Bolero” –el track seis del disco-, es uno de los temas más oscuros, y el más adulto a nivel de las palabras q elegís y de las metáforas.
Bueno, es uno de los más introspectivos y quizás más abstractos desde la poética. Pero “Dónde esta la luz” o “Amarillo” son mucho más oscuros. Tienen la parte que habla del pis, que sería algo así como la parte Punk del disco (“Amarillo como el pis”…///--”Voy a sacar el pito por la ventana y hacer pis”). Quizás “Bolero” rompe la línea recta hacia el concepto más naif. Luego viene un último audio que en realidad me permite a mí unir el concepto con el próximo disco.
¿Y Chanson? ¿Cómo entra en esa estructura?
Es el capricho, por eso está fuera de las doce canciones, es el tema de amor. El único que realmente es para decirle a una mujer que la amo y nada más

¿Y los audios de Juanito niño cómo funcionan?
Son como los márgenes, delimitan al disco oficial. Chanson queda fuera de esos márgenes.
¿Hay un crecimiento de Juanito en el próximo disco? ¿Una evolución dentro del mismo "concepto"? ¿Pensás moverte a un imaginario más adolescente, tal vez?
Digamos que, desde el plano estrictamente compositivo, "12 canciones..." es catarsis y "El sueño de las ballenas" (el próximo disco) es síntesis. Por lo cual es un Juanito en un punto más maduro. Pero la idea es cerrar el concepto, abandonar el costado naif, que era sólo un modo de conceptualizar la estética del disco anterior. Me interesa dejar claramente separados los conceptos de estética y mensaje. La estética del próximo disco es muy diferente porque es otra película.
¿Por dónde se va a mover?
Canción pop construida desde la textura y los giros armónicos del Neo-romanticismo y el post impresionismo. Más orquestal podríamos decir, desde la tímbrica. Con una búsqueda más fría y etérea.
¿Se acaba el Juanito solitario?
Si, se acabó
¿Y a nivel letras? ¿Es de esperar canciones del estilo de “Bolero”? ¿O vas a mantenerte en el imaginario infantil?
Bueno, está más cerca de la poética de “Bolero”. Digamos, la angustia existencial que en "12 canciones..." se muestra más encriptada en historias fantásticas, en "El sueño de las ballenas" se vuelve más evidente. Además, te voy a ser sincero. El disco anterior es un disco hecho con una mujer al lado, o sea, literalmente hablando, son canciones compuestas en presencia de mi novia. Entre ese disco y este hay una separación, por ende no hay objeto para las canciones, son más un sinsentido. Ojo, estoy feliz con las nuevas canciones y en cierto punto siento que el próximo disco va a ser un disco mejor que "12 canciones...", aunque me resulta difícil compararlos. Por eso siento que este disco es un cierre. Juanito el cantor tiene los días contados. El que viene es un disco azul
¿Tenés proyectos por fuera de Juanito?
Bueno, fuera de Juanito estoy trabajando sobre un disco de un grupo llamado "Doña María". Es un grupo que trabaja sobre un repertorio de canciones folklóricas, populares. Pero las abordamos desde un relectura bastante drástica. Trabajamos sobre ritmos traídos de la música electrónica, la cumbia, el reggaeton o el hip hop, pero es una formación acústica. Sin maquinas de ritmo ni nada de eso, aunque se busca reproducir esa sonoridad con instrumentos folklóricos. También estoy produciendo el disco de mi amigo, Guillermo Berseñak, que trabajó en la producción de mi disco. Y estamos junto a otro amigo terminando un largometraje, los dos como guionistas y directores. Somos dos amateurs, así que es nuestro conejillo de indias total. Ya pasaron como 3 años y medio desde que arrancamos con el proyecto. Ahora sólo me tengo que ocupar de hacer la sonorización, que no es poco.

7 de agosto de 2007

Aún sueña aquel niño que soñó que escribía


(Doce canciones de amor y una botella de vino, Juanito el cantor) ¿Qué es Juanito el cantor? ¿Música infantil? Puede ser, ¿música para chicos? No precisamente. Una buena forma de definirlo sería: Música infantil para adultos compuesta por un niño. Es que, si bien Juan Ignacio Serrano ya tiene sus buenos 26 años, eligió la mascara del niño “Juanito” para componer sus canciones. Desde el vamos la presentación del disco plantea la propuesta: un arte de tapa con dibujos cuidados pero que destilan un fuerte aire de infancia.
Una vez puesto el CD en el equipo de audio la idea termina de estar clara: una grabación del niño Juanito –el verdadero- haciendo una versión infantil de “Años” y acto seguido el principio de la canción Amarillo: “Voy a volver a juntar las figuritas, pero esta vez no voy a cambiar el álbum por la pelota”. Esta frase sintetiza el concepto que se va a repetir una y otra vez a lo largo de todo el disco. Un regreso a la inocencia infantil, pero en constante tensión con una madurez por momentos desencantada. Son trece canciones que se bambolean constantemente entre la tristeza adulta y la alegría inocente. Por un lado canciones como “Me cayó una gota sobre la cabeza” o “Quiero ser un actor”, que tranquilamente podrían formar parte de un disco de Luis Pescetti o Leo Masliah; y por otro las del tipo de “Bolero” o “Souvenir”, donde el niño le entrega la batuta al adulto, son canciones más grises, melancólicas y complejas en sus letras. El resto de los temas se mueven constantemente entre las dos posturas. Todo el disco tiene como única instrumentación la voz y la guitarra de Juanito, a excepción de “Una flor” que incluye coros de Soledad Napal, en una tonada pop en el sentido más clásico de la palabra. Es un disco fácil de escuchar, pegadizo, con toques de fogón y bastante parejo. Con momentos destacables como “Bolero” y “Estrellitas”, y canciones para cantar caminando por la calle como “Quiero ser un actor”. Mención aparte merece el arte del disco. Está diseñado de forma que emule un álbum de figuritas -las figuritas incluidas!-, los dibujos del arte dentro del cuadernillo están pensados para ser coloreados y, por ultimo, si ponemos el cd en la computadora, nos encontramos con un programa que nos permite ver tres videos musicales con canciones del disco. Todo esto provoca que uno tenga una buena razón para pagar los veinte y abandonar –por esta vez- la piratería. En definitiva, una propuesta que, sin llegar a ser revolucionaria, ofrece una buena vuelta de tuerca dentro de lo que puede llamarse la canción de autor.


No es por decir pero...
Todo lo bueno tiene algo malo...


1. Hay un problema en este disco de Juanito. Ese problema se llama “pis”. No es cuestión de andar psicoanalizando al muchacho, pero parece ser que de chiquito tuvo algunos problemas para llegar al baño. Esa palabra vuelve una y otra vez, y empaña un trabajo, que salvo en ese caso, logra recrear el lenguaje infantil sin caer obviedades.
2.Y hablando de obviedades.... "Una flor entre las manos es mas que una montaña de cosas costosas sin valor" ¿Era necesaria esta frase sacada del refranero cursi?
3.Tiene un mérito Juan Ignacio Serrano: ha redescubierto al coreografista de Rafaela Carra. O al menos eso parece en el video de “La ultima canción”, donde se pretende recrear el ambiente de juegos de los niños con resultados… bueno, dudosos.
Javier Simeoni
Permitame disentir...
Esperando a Juan El Cantante
Resulta muy simpática la idea del niño-hombre, muy creativo y entrañable el disco álbum de figuritas y muy poética la idea de quien crea desde el deslumbramiento del niño enamorado. Pero por desgracia al momento de escuchar “Canciones de amor y una botella vacía” simplemente no funcionan.
Las melodías y orquestaciones demasiado simples, sumadas a letras que parecen de un cantaniño menopáusico y desafinaciones pueriles suenan fastidiosas y por momentos rozan la vergüenza ajena.
Y en realidad es una lástima porque cuando Juanito se decide a ponerse los pantalones largos y a cantar desde otro lado sorprende por la solidez y la profundidad de los sonidos, las agradables interpretaciones y la consistencia de sus letras.
“Bolero” o “Souvenir” trazan un camino oscuro e interesante que deja con ganas de más. Incluso las más infantiles “Me cayó una gota sobre la cabeza” y “Quiero ser un actor” demuestran que simpleza e ingenuidad no implican apresuramiento y descuido, y que se puede ser adulto aun cuando se anda disfrazado de niño.
Habrá que sentarse a esperar el próximo disco para ver si Juanito el cantor se decide a madurar y convertirse definitivamente en Juan el cantante.
Cecilia Simeoni

5 de agosto de 2007

Los demonios de Bret


(Lunar Park. Bret Eston Ellis) Debe ser duro llegar a los 40. Justo en la mitad del paso por este valle de lágrimas, debe haber generosidades por las que felicitarse, culpas por las que atormentarse, logros capitalizados y cuentas pendientes que, se sospecha, difícilmente podrán ser saldadas. Ya se tuvo tiempo para ser un mal hijo y también para empezar a ser un mal padre. Debe ser una edad en la que hasta el más cínico y firme en las plantas de sus pies se ve obligado a evaluar lo que va de su vida. Bret Eston Ellis no escapó a todas estas suposiciones y con el material de esta crisis de la mediana edad escribió Lunar Park.
Ellis hizo de su balance personal una novela de terror, donde el fantasma de su padre le sigue arruinando la vida y los personajes de sus anteriores libros se corporizan para atormentarlo, amasijar gente y animales y, de paso, decirle que fue durante demasiados años malo y superficial.
También crea para la ficción un hijo que aún no tiene. Este vástago no querido (del que sospecha se lo encajaron, pero que en verdad es un hijo no reconocido de Keanu Reeves, el protagonista de la versión cinematográfica de su libro Menos que cero) le recuerda que, anestesiado de tanta merca en la sangre, no está preparado para querer a alguien.
El libro camina siempre en límite nebuloso entre la experiencia fantástica y la alucinación de un drogadicto pasado de vueltas. Tiene su cuota de misterio, chisme (a todo buen cholulo le encanta encontrar nombres de celebridades sembrados en toda la novela) y enseñanza moral.
Mientras el autor de American Psycho lucha con sus demonios y rellena las columnas de su debe y haber vivencial, nosotros los lectores nos divertimos con Lunar Park. De paso lo juzgamos, un poquito lo comprendemos y pensamos que, si decidimos comprar lo que nos vende en su novela, Bret es una porquería de tipo, pero un muy buen escritor.

No es por decir, pero...
Algunas preguntas con respuestas sospechadas


1. ¿Habla mal de mí el haber googleado a cada uno de los nombres propios que figuraban en el libro para conocerles la cara?
2. Lunar Park nombra por lo menos una marca en cada una de sus páginas: ¿Es un recurso literario para mostrar el consumismo de sus personajes o una buena manera de ganarse unos pesos extras de Ellis?
3. ¿Los norteamericanos son los aprendices superficiales de la ironía de sus papás los ingleses?
4. ¿La parodia es una forma de sermón, pero con onda?

Lucía y los sexos

La forma más previsible de contar la historia de un hermafrodita en cine es, seguramente, la que nos muestra, con la consecuente bajada moral sobre la tolerancia, el sufrimiento del “diferente”. Aunque en las primeras escenas de XXY pareciera que la fórmula va repetirse, la directora opta abrir otros frentes que vuelven a la historia mucho más interesante. Alex, la salvaje y encantadora hermafrodita en cuestion, es recluída en una suerte de paraíso terrenal, un pueblo alejado de Uruguay, para preservarla de la condena de la mirada ajena. Pero todo estalla cuando llega una familia amiga cuyo progenitor, cirujano él, busca operar (castrar) a Alex para definirla, y cuyo hijo se deja seducir bastante femeninamente por la chica para ayudarla a que no quiera decidirse para nada.
Lo interesante (más allá de una fastidiante corrección política naturalista(?!)) es cómo está contada la película. A medida que avanza la trama, la anécdota del monstruo va pasando a segundo plano y cobra fuerza el tema del despertar sexual de los adolescentes (varones, mujeres y mixtos) todos ellos confundidos pero gozosos de esta confusión. Algo parecido pasa con los padres, arrancan siendo los protectores del engendro pero, de a poco, su conflicto, sus miedos, sus faltas de certezas se hacen cada vez más naturales y se convierten los preocupados y aplicados padres de cualquier adolescente. Cuando, sobre el final, el conflicto del mostruito estalla con todo su dramatismo, la idea de definición, como la de castración y de protección ya significa muchas cosas más que la simple problemática del diferente.
Caetano Veloso dijo que de cerca nadie es normal. Puenzo nos dice que hay que acercarse lo suficiente para ver que nadie es distinto.


No es por decir, pero...-

- Se rumorea que en el casting estuvieron por darle a la tortuga marina el papel de Carolina Pellereti, pero finalmente decidieron que la escena del quirófano necesitaba de una actriz de carácter.

- ¿Eran necesarias las imágenes donde se corta el salamín para la picada y se pica enfáticamente la zanahoria?

- ¿Es la elección del bien envejecido Germán Palacios otra forma de apoyar la idea de que hay que dejar que la naturaleza siga sabiamente su curso?

- La mezcla de género es parte trocal del lenguaje posmoderno y Lucía se lució con su "historia de vida" de un auténtico hermafrodita que es la envidia de telenoche.

- Darín... ¿Qué más hay que agregar?

Vendrá la Muerte y tendrá tu lente...


4 de agosto de 2007

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...

Sueles dejarme sola


(Una novia Errante. Ana Katz. 2007) Playa en día nublado, novio monosílabo, gordo baboso, pueblerinos de amabilidad provinciana y una mujer al borde de un ataque de nervios es el menú de “Una novia errante”.
Pero no sólo eso, hay algo más: la chica se separó de su novio. Mejor dicho, muy adentro suyo sabe que ya se separó, pero todavía falta que su cuerpo y su mente lo entiendan. Sobre el tiempo y los días que lleva la elaboración de ese duelo trata la película de Ana Katz.
Describir viajes interiores siempre fue más fácil para la literatura que para el cine, pero Katz lo logra. Para eso pone a su protagonista en un lugar que no es el suyo y entre gente extraña.
Inés, así se llama la novia errante, da manotazos de ahogado a la vida. Está triste, no tiene noción del ridículo ni del peligro, se traslada con una nube imaginaria del problema que la agobia y que no le permite hacer verdadero contacto con los que la rodean. Un gordo desagradable con intenciones de Don Juan o de violador trata de seducirla y ella ni se entera. La gente del pueblo intenta ayudarla y los maltrata o los ignora. Todo en ella está revolviéndose para poder volver a ordenarse, por eso solamente puede hablar con ella misma y con su bronca.
En distintos escenarios, o con diferentes detalles de color, cualquier chica espectadora puede identificarse con esta novia errante, por lo que se recomienda ampliamente su visión a aquellas que quieran fortalecer el sentimiento de solidaridad femenina. También se sugiere esta película a los hombres curiosos que deseen espiar un rato qué pasa del otro lado, cuando, canallas y egoístas, abandonan a las damas, así, de repente tristes y solas.

No es por decir, pero...
Portaluppi, la cara argentina del sexo oral

No importa que sea un actor serio, que interprete a los clásicos del teatro ni que lo hayan dirigido los más importantes directores del cine nacional. En “Una novia errante” trabaja Carlos Portaluppi y en cada escena parece que tuviera escrito en la frente “haceme la Gran Dominici”.
El personaje del farmacéutico (gordo relajado que, a cambio de falopa, pedía en “Vulnerables” a Leonor Manso que descendiera al lugar ubicado en el mismísimo centro entre sus patas gordas y su prominente barriga) marcó para siempre a Portaluppi y lo va llevar hasta la tumba.
Con esos ojos saltones, esa sonrisa de concuspicente no puede engañar a nadie… Portaluppi debería asumir su destino, unirse a colegas como Hugh Grant y Bill Clinton y organizar la liga internacional de “Me gustan más arrodilladas, y que
?”.